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"El niño del hampa" (1997) (60 minutos)

Sinopsis

            Ángela, escritora de novelas policíacas de bolsillo, atraviesa una crisis profesional de la que no acierta a salir. Como cada día, se sienta inútilmente delante de su máquina de escribir y termina por quedarse dormida. A partir de ahí, irrumpen en su vida dos de sus personajes, Lupe y Johnny, que la sacarán de la monotonía arrastrándola a una serie de situaciones que nada tienen que envidiar a las de sus propias novelas.

           “El niño del hampa” es una comedia, en la cual, la urgencia de cada uno de los personajes por conseguir sus metas hace que los acontecimientos se precipiten en un enredo en el que todos mienten y nadie es quien dice ser. A medida que avanza la acción, el público se convierte en parte activa de la obra, haciéndose cómplice de la escritora sin saberlo…

           Inspirada en el cine negro, “El niño del hampa” es una comedia de enredo que  basa su puesta en escena en la acción de sus personajes. A través de un montón de locas confusiones y malentendidos, los protagonistas se debaten entre la ficción y la realidad dotando a la obra, a medida que se suceden los acontecimientos, de un ritmo fresco y divertido.

Fragmento

ESCENA  SEXTA

 

Ángela se sube a una silla junto a la puerta y espera a que entre Johnny. Pero el que entra es Carlos y Ángela le da un botellazo. Carlos cae al suelo.

 

LUPE

¡Pobre Juanito! ¡Le has dado muy fuerte, animal!

 

ANGELA

Lo siento... Venga, ayúdame a buscar algo con que atarlo.

 

LUPE

¡Le has matado!

 

ANGELA

¡Otra vez! Bueno ya se me ocurrirá algo para que se levante. Primero vamos a atarlo. ¿Por qué me miras así?

 

LUPE

A éste no podrás despertarlo.

 

ANGELA

Mujer ya verás cómo sí, ya te he dicho que le estoy cogiendo el truco.

 

LUPE
Le está cogiendo el truco... ¡Es Carlos!

 

ANGELA

¡Carlos! No puede ser pero si ya se había ido.

 

LUPE

¡Pues ha vuelto! El muy idiota, a ver qué haces ahora, ¡menudo lío!

 

ANGELA

¿Qué quieres decir con eso de haber qué hago? Tú tienes tanta culpa como yo.

 

LUPE

Pero yo no existo, querida, ¿recuerdas?

 

ANGELA

Tengo sueño… Tengo mucho sueño… Es que esto de matar al hombre de mi vida cansa mucho…

 

LUPE

¡Vale, vale, te ayudaré! Venga, cógele por los brazos, yo le cogeré los pies. Creo que sé dónde podemos echarle.

 

ANGELA

¿Echarle? ¡Pobre Carlos!

 

Cogen a Carlos entre las dos y salen con él. Entra Juanito.

 

ESCENA SEPTIMA

 

JUANITO

¿Dónde estarán estas tías?

 

Juanito saca una petaca y bebe. Entran Ángela y Lupe. Ángela, al ver a Juanito, cree que es Carlos y grita.

 

LUPE (Abrazando a Juanito)

¡Juanito! 

 

JUANITO

Quita, quita, que me tiras la copa.

 

Juanito extiende la mano delante de la cara de Lupe pidiéndole la cartera.

 

LUPE 

Cariño, tienes que ayudarnos.

 

JUANITO

Sólo he vuelto por la pasta, que te ayude Rita la “cantaora”.

 

LUPE: (Señalando a Ángela)

Ha matado a Carlos.

 

JUANITO

¿Matar ésta?, vamos, anda.

 

LUPE

¡Que sí, demonios!

 

ANGELA

Lo he dejado seco.

 

LUPE

Lo hemos llevado a la funeraria de ahí abajo.

 

ANGELA

No creo que sea una buena idea dejarlo allí... Se darán cuenta de que ese muerto no es de ellos...

 

LUPE

¿Qué hacemos ahora, Johnny?

 

JUANITO (Acercándose a Ángela)

Supongamos que te ayudo y te saco de ésta. Yo diría que me deberías una, ¿no?

 

ANGELA

Sí.

 

JUANITO

¿Podría ser torero entonces?

 

ANGELA

¡Qué manía!

 

JUANITO

Vale, de acuerdo, no hay problema. Tú, dame mi pasta, me largo.

 

LUPE

Tú no te largas, ¡serás torero! ¿O prefieres ser tú presidiaria?

 

ANGELA

Está bien, está bien, que sea torero.

 

JUANITO

¡Bien! Ahora sólo falta que sueltes la pasta.

 

ANGELA (A Lupe)

Dásela.

 

Lupe le da a Juanito su cartera.

 

JUANITO

Gracias niña, pero no me refería a mi pasta, sino a la tuya.

 

Juanito señala a Ángela.

 

ANGELA

¿Mi pasta?

 

LUPE

¿Qué pasta, Juanito?

 

JUANITO

"¿Qué pasta Juanito?" ¡Johnny, joder, Johnny...! ¡"El niño del hampa"!

 

ANGELA Y LUPE

¡¿El niño del hampa?!

 

JUANITO

Sí, el niño del hampa, el niño del hampa, ¿qué pasa? Pero ¿vosotras qué os creéis, que se puede uno poner a torear así por las buenas? ¡Hala! Hacen falta una cuadrilla, un traje de luces, muletas, capotes, espadas... ¡Una pasta, joder, una pasta! Tú verás.

 

ANGELA

Bueno, pero, ¿cuánto?

 

JUANITO

¿Cuánto tienes en el banco?

 

ANGELA

Pues unos...

 

JUANITO

Todo.

 

ANGELA

Pero...

 

JUANITO

Ah, yo con menos...

 

LUPE

¡Dáselo ya!

 

ANGELA

Está bien, te haré un cheque.

 

JUANITO

Pero bueno, tía, tú es que no te enteras, ¿eh? Tienes que ir al banco personalmente, ¿no comprendes que a nosotros no nos ve la gente?

 

ANGELA

Ah sí, claro, claro, pero... ¿qué vas a hacer con Carlos?

 

JUANITO

Eso es asunto mío, niña. Tú preocúpate únicamente de traer la guita. De Carlos  nunca más se supo, te lo digo yo.

 

ANGELA

Es que su tía lo va a echar de menos y a ver que le digo yo, porque seguro que ella sabía que venía a verme...

 

JUANITO

¿Y qué? Tú no sabes nada y Santas Pascuas. Vino a verte, tú le echaste porque  estabas ocupada y no sabes más.

 

ANGELA

Pero yo seré la primera sospechosa.

 

LUPE

¿Sospechosa de qué? Si no hay cadáver no hay crimen. Sólo un tío que ha desaparecido. Pasa todos los días.

 

ANGELA

Pero es que su tía...

 

JUANITO

¡Joder!... Que no te comas más la cabeza, tía, que no hay problema. Anda, tú a lo tuyo.

 

Juanito lleva a Ángela hacia la puerta.

 

LUPE

No te preocupes, mujer, que Johnny sabe lo que se hace.

 

ANGELA

De acuerdo, ahora vuelvo.

 

Sale.

"¿Y Comieron perdices?" (1998) (60 minutos)

Sinopsis

          Dos hermanas, algo desequilibradas, secuestran al editor que se había negado, en repetidas ocasiones, a leer los cuentos de una de ellas. Ahora, en su condición de cautivo, se ve forzado por las hermanas a escuchar el relato de sus disparatados cuentos, a sufrir las absurdas escenificaciones de los mismos e incluso es arrastrado a participar en dichas representaciones. Pero las traviesas hermanas ignoran que se enfrentan a “Lengua de adoquín”, el terror de los escritores…

         “¿Y comieron perdices?" es una comedia que plantea el divertido juego de asistir al teatro dentro del teatro, de contemplar a los actores interpretando personajes que a su vez interpretan.

        ¿Fueron felices y comieron perdices? es el interrogante que queda en la mente de cada espectador al finalizar este jocoso cuento sobre el retorno a la niñez, la festiva alegría que ello nos provoca y cómo nos resistimos a abandonarla de nuevo una vez recuperada.

Fragmento

ESCENA OCTAVA

 

 Salen los tres personajes a escena. Las dos hermanas parecen cansadas, están despeinadas y con la ropa desastrada. Se dejan caer de cualquier forma por la habitación. El hombre está radiante, ilusionado, rebosa felicidad.

 

EL HOMBRE

Bien, ya hemos comido, ahora a trabajar.

 

El hombre coge de la carpeta uno de los cuentos.

 

EL HOMBRE

Venga, a hacer "Juan el listo". Este cuento no lo conozco, ¿de qué va?

 

MADAME Z

¿No sería mejor dormir la siesta?

 

MADAME X

Eso, eso, la siesta, yo voto por la siesta.

 

EL HOMBRE

Nada de siesta que se nos va la tarde.

 

MADAME X

¡Pero si es mediodía!

 

MADAME Z

Con tanto calor y la comida todavía en la boca yo no puedo concentrarme. Vaya usted leyendo el cuento si no quiere dormir.

 

EL HOMBRE

¿No querían que conociera todos los cuentos?, ¿pues a qué esperan?

 

MADAME Z

Sí, pero es que la siesta...

 

EL HOMBRE

Déjese de siesta, vamos, arriba, a trabajar. Por lo que veo en esta historia hay tres personajes solamente.

 

MADAME Z

Sí, ánimo, Carmela, en éste por lo menos no tendremos que repetir personaje.

 

MADAME X

Menos mal, porque después de hacer las dos hermanastras de Cenicienta a la vez... No sé... como que me siento un poco mareada.

 

EL HOMBRE

Pues no sé de qué se queja porque yo hice los 7 enanitos de Blancanieves y además el príncipe.

 

MADAME X

¡Ay, no me lo recuerde!...

 

MADAME Z

Menos mal que estaba el mudito.

 

MADAME X

Lo peor fue el romántico.

 

MADAME Z

El romántico es un personaje muy tierno.

 

MADAME X

¡Un sobón es lo que es!

 

MADAME Z

¡Qué exagerada!

 

MADAME X

Claro, como tú no hacías de Blancanieves... A la madrastra no le daba la lata ningún enanito.

 

EL HOMBRE

Tenían que haberme dejado interpretar a mí a la madrastra, yo ya tenía experiencia en hacer de bruja.

 

MADAME Z

Por eso no le hemos dejado, ya conocemos su experiencia... Y te voy a decir una cosa, Carmela, yo sí que lo pasé mal, al final del cuento, cuando se me echaron todos los enanitos encima para matarme.

 

MADAME X

Pero no te sobaban.

 

EL HOMBRE

De verdad que no entiendo por qué no me dejaron hacer de bruja, yo lo hago infinitamente mejor que ustedes: "Ja, ja, ja, ja, ja, odio a los niños, odio a los niños..."

 

MADAME Z

¡Qué pesado! Eso no tiene mérito. Mi cenicienta sí que tenía dificultad, con los poderes telequinésicos y su capacidad para hablar con los animales.

 

MADAME X

¡Me cago en su capacidad para hablar con los animales!

 

EL HOMBRE

Cuide su lenguaje, Carmela.

 

MADAME X

Pero si es que me ha puesto a hacer de pajarito, de gatito y de ratoncito a la vez. Que yo ya no sabía si decir pío, miau o comerme el queso.

 

EL HOMBRE

Peor fue lo mío que tuve que hacer de Príncipe, del padre del Príncipe, del chambelán y de  la madrastra. Ah, y del padre de Cenicienta antes de que la diñara.

 

MADAME Z

No se queje que en ese sí que le dejamos ser la bruja.

 

EL HOMBRE

De bruja ni hablar, la madrastra de Cenicienta era un papagayo.

 

MADAME Z

¡No! Era diseñadora de modas, tenía su propia empresa, una mujer muy sofisticada y elegante.

 

EL HOMBRE

¡Un papagayo!

 

MADAME X

Era un papagayo, Tere, reconócelo.

 

MADAME Z

¡Que no! Era un estilo a Coco Chanel. Lo que pasa es que este tío, la ha estropeado con su interpretación.

 

EL HOMBRE

¡¿Qué dice?! Yo soy el que mejor interpreta de los tres para que se entere. Antes de que yo entrara en escena, sus interpretaciones de Hansel y Gretel fueron patéticas.

 

MADAME Z

¿Con que patéticas, eh? ¿Y qué me dice de su garbancito de la mancha? “Pachín, pachín, pachín, a garbancito no piséis... ”

 

MADAME X

“... Pachín, pachín, pachín, mucho cuidado con lo que hacéis”.

 

EL HOMBRE

Es que ése era un personaje para un niño, no para un hombre; pero acuérdese de mi Bestia. 

 

El hombre ruge como una fiera herida.

 

MADAME Z

Que no, hombre, que no, que usted es un aficionado como nosotras.

 

MADAME X

Anda, que si yo hiciera ahora de la Bella durmiente os ganaba a los dos.

 

EL HOMBRE

No, ya está bien de cuentos con protagonistas femeninos. A mí lo que me apetece es hacer de Juan sin miedo, de Aladino, ahí también podría hacer el genio, o si no del soldadito de Plomo.

 

Se pone firme y a la pata coja.

 

MADAME X

Pues a mí lo que más me ha gustado es mi interpretación de La princesa y el guisante, hasta me salió un cardenal de verdad.

 

MADAME Z

Ya está bien de tonterías. Aquí de lo que se trata, no es de ver quién  interpreta mejor, si no de contarle los cuentos aquí... a este señor.

 

EL HOMBRE

Estaba yo pensando que lo que no he visto hasta ahora es ningún cuento moderno.

 

MADAME Z

¿Moderno? ¿Qué quiere decir?

 

EL HOMBRE

Sí, ya sabe, Poca Hontas, El rey león, Toy Story, ah, y La sirenita. A mí la bruja de la sirenita me flipa.

 

MADAME Z

No, de eso nada, a usted es que le han comido el coco con Walt Disney...

 

MADAME X

¿Y qué me dice de mi interpretación de anoche de la Reina de las Nieves, con su fábrica de helados en plena selva tropical?...

 

EL HOMBRE

Muy flojita, le faltaba majestuosidad.

 

MADAME X

Este se ha creído Marlon Brando, vaya.

 

MADAME Z

Para estar aquí discutiendo de tonterías más vale que durmamos la siesta.

 

MADAME X

Eso, eso, la siesta, la siesta.

 

EL HOMBRE

He dicho que nada de siesta. Pero tiene razón, dejemos la discusión. (A Madame X) Venga, usted es la madre... (A Madame Z) Usted es Gretel y yo, Juan el listo. Empecemos cuanto antes, pero esta vez no admito interrupciones. Si alguien tiene alguna duda que la exprese ahora. A ver si de una vez logramos hacer un cuento sin parar.

 

MADAME Z

En el último sólo paramos una vez para que Carmela...

 

MADAME X

Fue por culpa de la fabada, Tere. Yo lo que no entiendo es por qué se tienen que llamar siempre Gretel. Podríamos llamarlas de otra manera, Inocencia, Desiré, Jessica María, Ainhoa...

 

EL HOMBRE

Eso da igual. Venga, vamos, sin interrupciones, cada uno a su puesto. ¡Empezamos!

"Psicoanálisis por parejas" (1999) (90 minutos)

Sinopsis

            Ante la alarmante pérdida de su equilibrio psíquico, la señora Maqueda es arrastrada por su marido a la consulta de la doctora Romero, psicoanalista del hospital psiquiátrico Mansiones verdes. Durante la terapia, la doctora descubre que la paciente sufre graves delirios de persecución en los que cree ser la protagonista de diversas películas de Hitchcock en las que se ve inmersa.

            Entre la doctora y el señor Maqueda (que no deja de entrometerse en el tratamiento) intentarán averiguar la fuente de ese miedo que empuja a la señora Maqueda a evadirse de la realidad refugiándose en el cine como mecanismo de defensa.

            En esta búsqueda se sumergirán en los entresijos de un crimen real, el estrangulamiento de la señora Ferrer, en el que los tres personajes parecen estar implicados de alguna manera.

            La obra, homenajeando el cine de Hitchcock, desarrolla en tono de comedia una intriga policíaca salpicada de divertidos momentos de suspense.

Fragmento

ESCENA 4 DEL ACTO II

 

DESPACHO DOCTORA ROMERO (Eduardo e Irene)

 

Eduardo sirve el Coñac. Irene, a su lado, está tan pálida como el muerto del armario.

 

IRENE

Rápido, mira en el armario, Eduardo.

 

EDUARDO

¿Qué hay? ¿No puedes decírmelo tú? Yo tengo que servir las copas.

 

IRENE

¡Deja las copas y mira de una vez!

 

EDUARDO

Claro como a ti no te dejan beber porque estás loca...

 

Con una copa en la mano, Eduardo se acerca al armario de mala gana. Lo abre y ve al muerto. Se le cae la copa.                        

 

EDUARDO

¡Coño, el psicópata! ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?

 

IRENE

Ya te dije que se lo había quitado de en medio.

 

EDUARDO

Desde luego ahí no estorba, pero no creo que sea un buen ambientador.

 

IRENE

Siempre diciendo tonterías. Ahora tendremos suerte si no aparece por esa puerta con una escopeta de cañones recortados y nos acribilla...

 

EDUARDO

No sabemos quién lo ha matado. Suponiendo que de verdad esté muerto.

 

IRENE

¿Pero cómo va a estar muerto de mentira?

 

EDUARDO

Vamos a echarle otro vistazo.

 

Eduardo abre el armario y con un bolígrafo le inspecciona al cadáver el interior de la boca. De repente, ve la brecha en la cabeza del muerto.

 

EDUARDO

¡Tiene una herida en la cabeza!

 

IRENE

Hay muchos muertos que la tienen cuando han sido asesinados.

 

EDUARDO

Pero yo no le pegué en la cabeza...

 

Irene le mira aterrada y emite un gemido de sorpresa y terror.

 

EDUARDO

No, no, no, cariño, no es lo que piensas. Yo no quería matarle, fue un accidente. Pero ahora no importa porque no se murió después de todo.

 

Eduardo va a abrazar a su mujer.

 

IRENE

¡Aaaah! ¡No me toques, asesino!

 

EDUARDO

Que no fui yo. Le ha pasado como a su mujer, que lo han matado dos veces al desgraciado psicópata. Pero te juro que yo no pensaba matarle, sólo quería romperle la cabeza.

 

IRENE

¡¿Pero por qué?!

 

EDUARDO

¡Porque yo creía que se acostaba contigo! (…) Al principio no podía creerlo y cuando vi al psicópata todavía podía creerlo menos, mira que es feo el tío… y la muerte no se puede decir que le favorezca, pero tú tienes tanta imaginación...

 

IRENE

¡Quítate de mi vista!

 

EDUARDO

Deja que te cuente lo que pasó. La culpa la tuvo él, yo sólo fui a...

 

IRENE

¡A romperle la cabeza! Y luego te extraña que tenga una herida.

 

EDUARDO

Te digo que yo no le he hecho esa brecha. Le aseguré que sabía que se estaba acostando contigo y que le mataría si seguía haciéndolo. Y entonces, el muy imbécil, me empezó a dar una charla sobre no sé qué rollo psicológico, según el cual, yo tenía un problema de personalidad provocado por un excesivo orgullo y un gran amor propio. Y me dijo que yo en el fondo pensaba que mi mujer me consideraba indigno. Y el tío sacó una lámina con manchurrones de tinta y me preguntó ¡que qué veía! Me volví loco, cogí la lámina y le obligué a tragársela. Pero el muy capullo se atragantó. Intenté ayudarle pero no dejaba que me acercara a él, iba por todo el despacho con la lámina en la boca haciendo aspavientos... Se puso azul, luego morado y luego se desplomó sobre la alfombra. Creí que se había ahogado así que tomé las de Villadiego.

 

IRENE

¿No intentaste sacarle la lámina?

 

EDUARDO

¿Para qué? Si ya no podía decirle lo que veía en ella.

 

IRENE

Puede que se golpeara la cabeza al caer.

 

EDUARDO

No, yo le vi caer, no se dio ningún golpe. Además la lámina ya no está en su boca. Seguramente consiguió escupirla y se recuperó cuando me fui. Menos mal, creí que me lo había cargado.

 

IRENE

Bueno, será mejor llamar a la policía.

 

EDUARDO

A la policía, ¿qué dices? ¿Quieres que acabemos los dos entre rejas? No tenemos pruebas de nada.

 

IRENE

¿Y el cuerpo del delito, qué?

 

EDUARDO

El cuerpo del delito... Tú sí que tienes delito llamar cuerpo al interfecto ése de Ferrer. ¿No te das cuenta de que la doctora podría perfectamente cargárnoslo a nosotros?

 

IRENE

¿A nosotros por qué? Si está en su despacho.

 

EDUARDO

Nosotros podríamos haberle puesto ahí.

 

IRENE

Ni que fuera un paraguas.

 

EDUARDO

Además yo no llamo a la policía. No me gusta, me da mal rollo...

 

IRENE

Venga hombre, antes de que llegue con la tila.

 

IRENE coge el auricular del teléfono pero descubre que no hay señal y, asustada, lo vuelve a colgar.

“Tío Meurig merodea por el bosque” (2001) 

(90 minutos)

Sinopsis

Hace veinte años que el tío Meurig murió, pero un “asuntillo” quedó pendiente entre él y sus sobrinas, Casimira y Miranda. Así que su espíritu merodea por el bosque aguardando el momento de regresar y poner un poco de orden. Ahora ese momento ha llegado: Alguien ha utilizado el espejo mágico que le proporcionará un cuerpo con el que volver a la vida. Sin embargo, tendrá que actuar antes de que Miranda consiga arrebatarle los cuatro tesoros de la creación y mandarle de nuevo a los abismos de la muerte.

 Dentro de una atmósfera mágico-cómica, la historia de tío Meurig nos sumerge en un divertido submundo de personajes de apariencia normal, pero poseídos por poderes ocultos, objetos mágicos, pócimas, conjuros y hechicerías.

Fragmento

ESCENA 6 DEL ACTO III

 

MEURIG (Risueño)

Esa niña está tramando algo, la conozco, cuando se pone evasiva es que está maquinando alguna maldad. Ya era hora.

 

CASI

Tío Meurig, ¿qué es esto? (Se refiere a la corona)

 

MEURIG

¿Qué te importa?

 

CASI

Es bonita... ¿Me la das?

 

MEURIG

Claro que no, no es una baratija para necias presumidas. Y deja de fingir que no sabes lo que es porque sé que lo has leído en el libro.

 

CASI

¿Leer yo el libro? Oh no, por favor, qué espanto... El demonio lo protege...

 

MEURIG (Ríe)

Reconoce que te dí un buen susto.

 

CASI

Sólo hasta que reconocí el poema de Poe. Juégatela conmigo al ajedrez, tito.

 

MEURIG (Ríe)

Pero si no sabes ni mover un peón, estúpida.

 

CASI

He aprendido, estoy segura de que puedo ganarte. ¿Tienes miedo?

 

MEURIG

¡Qué necia eres! Te haré picadillo en cinco minutos.

 

CASI

Si gano, ¿me darás la corona?

 

MEURIG

Es absolutamente imposible que tú me ganes porque no tienes ni la astucia necesaria para ganar al parchís.

 

CASI

¿Me la darás sí o no?

 

MEURIG

Sí, te la daré, te la daré. ¡Qué pérdida de tiempo! Pero cuando te gane no volverás a pisar esta cripta.

 

CASI (Sentándose en el ataúd)

Como quieras. Para mí las blancas.

 

Al ir a sentarse al otro extremo del ataúd, Meurig se da cuenta de que la rosa de la paz ha desaparecido.

 

MEURIG

¡Oh, la rosa! Ha desaparecido…

 

Meurig mira a Casi.

 

CASI

A mí no me mires, yo no soy un espíritu puro.

 

MEURIG

Parece que hemos conseguido enfurecer a Miranda... Espero que haya vuelto a la magia.

 

EL NIÑO

Meurig, yo he hecho magia.

 

MEURIG

¡Niño! ¡Menuda tontería bizantina!

 

CASI

Por favor, tito, no empieces a hablar con el aire.

 

EL NIÑO

¡Que sí, Meurig! Muevo cosas sin tocarlas...

 

MEURIG (Furioso)

¡Entonces no ha hecho magia! ¡Le has dado la rosa tú!

 

EL NIÑO (Haciendo pucheros)

No, yo no he sido.

 

MEURIG

Mocoso atolondrado... no me mientas, ¿qué te ha prometido esa tramposa?

 

EL NIÑO (Lloriqueando)

Nada, déjame.

 

MEURIG

Está bien, basta de gimoteos. No aguanto a los lloricas.

 

EL NIÑO (Enjugándose el llanto)

¿Te cuento un chiste, Meurig?

 

MEURIG

No.

 

EL NIÑO

¿Por qué no?

 

MEURIG

Porque sólo te sabes uno y llevas veinte años contándomelo.

 

EL NIÑO

Tiene mucha gracia. Esto es un caracol...

 

MEURIG

¡Ni se te ocurra!

 

EL NIÑO

¡Jo!

 

CASI

Ay, tito, deja de discutir con el niño invisible.

 

MEURIG (Sentándose al otro extremo del tablero muy pensativo)

Así que Miranda persigue los tesoros... (Ríe) Esa niña consentida siempre enredando en mis cosas. Tengo que reconocer que ha sido muy astuta. En cambio, tú... ¿Cómo se te habrá ocurrido que puedes ganarme al ajedrez? ¡Actriz cósmica!... Cielo Santo, nunca había oído nada parecido.

 

CASI

Soy una actriz cósmica porque adivino el porvenir, ¿comprendes?

 

MEURIG

Comprendo que has estado timando a todos los incautos que se te han puesto a tiro.

 

CASI

Leo las cartas del Tarot, tito.

 

MEURIG

Pues más te valdría leer libros.

 

CASI

Dejémoslo, tú no puedes entender mi don.

 

MEURIG

Desde luego que no puedo, para entenderlo, primero tendría que creer que lo tienes. Empiezo yo.

 

CASI

No me fastidies, empiezo yo. (Mueve, peón blanco a e4, antes de que Meurig reaccione. Éste se encoge de hombros y se conforma) Me cuesta creer que una mujer pasara contigo el tiempo suficiente como para hacer una hija.

 

MEURIG (Mueve, peón negro a e5)

Soy tan hombre como el que más, hubiéramos podido hacer un regimiento.

 

CASI (Mueve, alfil blanco a c4)

¿Y por qué tuvo que adoptarla mi madre?

 

MEURIG

Porque Tancredo la habría aniquilado si hubiera llegado a averiguar que era hija mía y de su mujer. (Mueve, alfil negro a c5)

 

CASI

Muy bonito, un adúltero a tu edad. (Mueve reina blanca a f3)

 

MEURIG

¿Qué tiene que ver la edad? Leonor y yo nos amábamos.

 

CASI

¿Leonor es ésa de la estatua?

 

MEURIG

Sí.

 

CASI

¿Y por qué no dejó a su marido por tí, si tanto te quería...?

 

MEURIG

Tancredo la retenía a su lado con el anillo de Rodala. Pero nos veíamos cuando el Siciliano dormía, ya que su poder no es efectivo cuando la persona que lo lleva duerme. Eso no lo sabías, ¿verdad? (Ríe y mueve caballo negro a h6)

 

CASI

No... Muchas gracias, ahora ya no pegaré ojo. (Mueve peón blanco a d4)

 

MEURIG

Intentamos quitarle el anillo, pero había engordado tanto que hubiéramos tenido que cortarle el dedo. A mí no me hubiera importado, pero Leonor era... como Miranda. (Mueve peón negro de e a d4, comiéndose al peón blanco de Casi)

 

CASI

Comprendo... (Mueve alfil blanco a h6 comiéndose al caballo negro de Meurig) Sigue.

 

MEURIG

Vaya, sí que has aprendido a jugar. ¡Demonios del infierno, eso no ha estado nada mal!

 

CASI

¿Qué hicisteis?

 

MEURIG

Cuando Leonor quedó embarazada fue fácil ocultar su barriga con un hechizo de invisibilidad, pero murió en el parto... Ocurrió entre el veinticuatro y el veinticinco de diciembre.

 

CASI

A las doce de la noche...

 

MEURIG

Sí. (Mueve peón negro de g a h6 comiéndose el alfil blanco de Casi)

 

CASI

Por eso la magia es tan fuerte en Miranda. ¿Y qué fue de Tancredo?

 

MEURIG

Le maté. Pero no vayas a creer que fuí tan necio como para desperdiciar su muerte. Aproveché su sacrificio para que Amón ascendiera a tu madre en el trabajo (Ríe) ¡Qué gratificante resulta que un imbécil sirva para algo! Y mira que Tancredo era imbécil…

 

CASI

Te comprendo, tito, yo tambien mataría si tuviera que compartir a Tristán.

 

MEURIG

¿Me crees capaz de sufrir tal cosa? Hice un conjuro que le dejó la líbido por los suelos. No la tocó jamás.

 

CASI

Menos mal que Miranda ya no hace magia.

 

MEURIG

Tuve que matarlo cuando Miranda empezó a parecerse a Leonor. Tancredo no tenía muy buena vista, pero sí muy buen oído. Enseguida se dió cuenta de que Miranda hablaba exactamente igual que su madre... Si yo no hubiera acabado con él, él hubiera acabado con nosotros dos.  

 

Casi mueve la reina blanca a f7.

 

CASI

Jaque mate.

 

MEURIG

¡¿Qué?! No vale, me has distraído del juego a propósito.

 

CASI 

Tonterías, te he ganado limpiamente. La corona, tito.

“Noches de crápula” (2004) (90 minutos) (Inédita)

Sinopsis

            Tres jóvenes amigos (un chico y dos chicas) hacen una apuesta acerca de cómo serán sus vidas dentro de diez años, momento en el que están convencidos de que ya habrán logrado realizar sus sueños. Al cabo de ese tiempo, se reencuentran y descubren que los tres han perdido la apuesta: Ninguno de ellos es lo que quería ser ni espera ya serlo nunca.

            Avergonzados ante sus amigos, mienten sobre sus vidas y tratan de aparentar una felicidad que no sienten en absoluto. Pero, bajo los efectos de una noche de borrachera, terminarán por confesar sus fracasos, sus miedos y sus debilidades, sintiéndose liberados al comprobar que sus compañeros también se han “conformado”. Entonces, se rebelan y deciden volver a ser libres y aunque, en su entusiasmo, cometen una serie tan grande de despropósitos que terminan pasando la noche entre rejas, algo cambia dentro de ellos, algo que les impulsa de nuevo a luchar por sus viejos sueños.  

            “Noches de crápula” es una comedia sobre la catarsis que experimentan tres amigos de juventud al reencontrarse una noche en plena crisis de madurez.

Fragmento

ESCENA 1 DEL ACTO I

 

Luis, Bárbara y Marina celebran el cumpleaños de uno de ellos en un bar de copas. Están algo bebidos.

 

LUIS

Deberíamos hacer algo para distraernos, así no beberíamos tanto. Por ejemplo, un viaje. Podríamos hacer un viaje.

 

MARINA

Conmigo no contéis, que estoy tiesa. Además un viaje no sirve, si viajáramos al final con el cachondeo beberíamos más que aquí.

 

LUIS

Entonces podríamos practicar algún deporte.

 

MARINA

El deporte tampoco sirve, nos daría más sed.

 

LUIS

Bueno, pues ya me dirás, ¿qué coño hacemos?

 

BÁRBARA

Podríamos hacer un cómic. Yo soy la hostia inventando historietas, ¿eh?

 

LUIS

Claro... Marina podría dibujarlo, y yo podría conseguir que el D.A.C. nos lo editara. Incluso podría sacar dinero del rectorado si me lo propusiera.

 

MARINA

Esos son todos políticos. A esos no les interesa la cultura, lo que les interesa es hacerse propaganda ellos.

 

BÁRBARA

¿Y te parece poca propaganda un cómic que todo el mundo lea?

 

MARINA

¿Todo el mundo?

 

BÁRBARA

Ya lo creo, va a ser un cómic de puta madre, ya verás. Le vamos a dar un morbo que se van a dar de hostias para comprarlo.

 

LUIS

Espera un momento, ¿no pensarás hacer un cómic erótico en la facultad?

 

BÁRBARA

¿Por qué no?

 

LUIS

Bárbara, tía...

 

MARINA

Yo no pinto pollas.

 

Bárbara y Luis miran a Marina, luego se miran entre ellos, y Luis se ríe.

 

MARINA

Ni coños.

 

BÁRBARA

¿Pero quién está hablando aquí de pintar pollas ni coños?

Además tú sí que pintas pollas que te he visto yo, no seas suavona.

 

MARINA

Pero esas pollas no son pollas.

 

BÁRBARA

¿Ah no? ¿Entonces qué son?

 

MARINA

Desnudos.

 

BÁRBARA

Toma claro, desnudos, es que si los pintas vestidos no se les ven las pollas. Y coños no digamos, coños has pintado más todavía. Coño, si hasta has pintado el mío.

 

LUIS

El tuyo lo he pintado hasta yo.

 

BÁRBARA

Pero tú lo has pintado fatal; pero es que esta hija puta lo ha pintado exactamente como lo tengo.

 

MARINA

Anda, no exageres.

 

BÁRBARA

Coño, Marina, que ese dibujo se parecía más a mí que yo misma. Y tú sabes que yo no soy pudorosa, pero cuando vi tu dibujo me iba a morir. Hombre, que yo acepté posar desnuda en Bellas Artes para pagarme la escuela de idiomas; y porque creía que aquí sólo había un puñado de pintamonas que si no...

 

LUIS

Es que tú tienes un desnudo muy bonito.

 

BÁRBARA

No seas guarro, Luis. Y tú no te hagas ahora la puritana conmigo que te conozco.

 

MARINA

Bárbara, no es lo mismo pintar el cuerpo humano que ponerse a pintar pollas en un cómic de forma gratuita.

 

BÁRBARA

¡Eh! De gratuita nada. Aquí se paga hasta por oler la tinta.

 

LUIS

Yo estoy de acuerdo con Marina en lo de las pollas, porque si nos ponemos a pintar pollas no nos van a dar ni un duro.

 

BÁRBARA

Qué primitivos sois. Bueno, pues no os preocupéis que no se van a pintar pollas. (A Marina que ya iba a decir algo) Ni coños.

 

LUIS

Hombre, el coño es más artístico.

 

MARINA

Vete a la porra.

 

BÁRBARA

Mira, Luis, aquí si no se pintan pollas no se pintan coños, no seas machista.

 

LUIS

No, si yo lo decía porque como el rector es un tío...

 

BÁRBARA

Ay, calla, que se me ha ocurrido otra idea genial. Nosotros tres podríamos ser los personajes del cómic.

 

LUIS

¿Nosotros?

 

BÁRBARA

Claro tío, ¿no me digas que no tiene gracia?

 

MARINA

Qué fatiga...

 

BÁRBARA

¿Qué fatiga de qué?

 

MARINA

Se van a reír de nosotros, tía.

 

BÁRBARA

Qué va, al contrario, vamos a ser famosos.

 

LUIS

¡Anda ya!

 

BÁRBARA

Desde luego, con vosotros no se puede hacer nada. Todo son pegas.

 

MARINA

Pero si nosotros somos los personajes, ¿de qué va a ir el cómic? ¿De unos pringados que no paran de beber y de decir chorradas?

“Víctimas de las víctimas” (2014) (90 minutos) (Inédita)

Sinopsis

            “Víctimas de las víctimas” es un drama que refleja el desgarro que el acoso escolar provoca no sólo en la víctima que la padece sino en toda la sociedad. Los efectos del maltrato se propagan como una plaga, dejando a su paso un terrible rastro (de culpa, miedo, dolor y muerte) difícil de frenar. Sólo una bajada a los infiernos puede detener la rabia que desata.

            Sandra Belmar cinco años después del suicidio de su único hijo aún lucha por rehacer su vida. Para ello, necesita enfrentarse cara a cara con Conrad, el chico que acosó a su hijo en el instituto hasta provocar su muerte, pero no calcula bien el torbellino de emociones que eso va a desatar dentro de ella. Por suerte, tendrá cerca a  su fiel ex-marido, Carlos Rey, dispuesto, como siempre, a impedir que Sandra cometa una locura. Juntos descubrirán que Conrad, a su vez, fue víctima de la violencia de su padre, cuyo comportamiento reproducía al maltratar al hijo de ambos. Sandra y Rey comprobarán por sí mismos cómo la violencia, una vez desatada, tiende a expandirse provocando una especie de efecto dominó a su alrededor.

Fragmento

ESCENA 4 DEL ACTO III

 

(CONRAD saca la nota de su cartera, la desdobla y comienza a leer en voz alta)

 

CONRAD

(Leyendo la carta)

“Señor director, su hijo, Conrad, pega e insulta a Iván Reche cada día en el patio del recreo, en los lavabos, en los vestuarios del polideportivo, y a la salida de clase. Si usted no pone remedio, cualquier día pasará una desgracia. Firmado: Un compañero preocupado por Iván.”

 

(A SANDRA se le saltan las lágrimas y le quita a CONRAD la carta de las manos. La relee en silencio)

 

REY

(Desolado y asqueado)

¡Miserable!… Lo sabía y no hizo nada… Ni siquiera se molestó en comunicárnoslo.

 

ADOLFO

Está usted sacando las cosas de madre, esa nota no significa que…

 

REY

(Interrumpiéndole)

¡Significa que pudo evitarlo!

 

ADOLFO

(Poniéndose de pie)

Ese papel, escrito en letra de imprenta, lo ha podido escribir cualquiera en cualquier momento. Incluso el propio Conrad para fastidiarme.

 

CONRAD

Yo me conformaría con perderte de vista.

 

SANDRA

Miró para otro lado sin ningún tipo de escrúpulos, sin importarle lo que pudiera pasarle a Iván, un chico indefenso que estaba bajo su guardia y custodia, que necesitaba su ayuda.

 

Adolfo

Señora, como director del colegio recibo decenas de anónimos al cabo del año, la mayoría de ellos no son más que bromas por parte del alumnado…

 

SANDRA

¿Le rompió un brazo a su hijo por una broma?

 

ADOLFO

¡Fue un accidente!

 

SANDRA

Yo creo que no, creo que cuando leyó esa nota estaba tan furioso de que su hijo le estuviera dejando en evidencia delante de todo el colegio que la emprendió a golpes con él.

 

ADOLFO

¡Le digo que no tomé esa nota en serio! No creí que fuera verdad, pensé que alguien estaba utilizando el mal carácter de mi hijo para atacarme.

 

CONRAD

¡Basta ya de mentiras! Sabías perfectamente que era cierto, porque tú mismo lo comprobaste. Sí, papá, te vi. Te vi a través del espejo de los baños. ¡Estuviste allí, viste lo que estábamos haciendo y no nos paraste! ¡Te fuiste sin hacer nada!

 

SANDRA

¿Qué le estabais haciendo?

 

(CONRAD, avergonzado, se queda callado con la mirada en el suelo)

 

SANDRA

¡Dímelo!

 

CONRAD

(Abrumado)

Lo de siempre… Insultarle…, pegarle…

 

(SANDRA, furiosa, le agarra por la pechera)

 

SANDRA

¡Quiero detalles! ¡Quiero que me digas exactamente qué le hacíais a mi hijo cuando él os vio!

 

CONRAD

Saber los detalles no te hará ningún bien.

 

SANDRA

¡Ese es mi problema! Tú sólo dímelo. ¡Quiero saber todo lo que os callasteis en el juicio!

 

CONRAD

Está bien. Te lo diré.

 

(SANDRA suelta a CONRAD y se separa unos pasos de él)

 

CONRAD

Empezamos por acorralarlo en los baños…

 

SANDRA

¿Cuántos erais?

 

CONRAD

Yo y tres más. Le llamábamos por su mote y nos burlábamos de él.

 

SANDRA

¿Qué mote?

 

CONRAD

“El académico”. Se lo pusimos por los comentarios de texto tan pedantes que hacía en clase de literatura.

 

SANDRA

¿Qué más?

 

CONRAD

Aquel día, se nos ocurrió jugar con él a un juego. Uno de nosotros tiraba una moneda al aire, si salía cara, el que había tirado la moneda… le escupía en la cara.

 

SANDRA

¿Y si salía cruz?

 

CONRAD

Entonces, dos de nosotros le obligábamos a poner los brazos en cruz y le sujetábamos… para que el otro le golpeara en el estómago. Tirábamos la moneda por turnos y apostábamos a ver quién le daba más puñetazos. Hicimos tres tiradas cada uno. Luego, Iván empezó a respirar raro, así que nos dio la paranoia y nos largamos de allí.

 

REY

Putos cobardes…  

 

(SANDRA, con un rostro frío e impasible, va hasta la vitrina y coge el revólver. Abre el tambor, saca las balas de fogueo e introduce en el tambor una bala que saca de otra caja. Hace girar el tambor. Después saca del cajón la foto de Iván y la pone en la estantería)

 

SANDRA

Ustedes dos, ratas rabiosas, dan pena. Están tan asustados que sólo se sienten bien infringiendo dolor y miedo a los demás. Humillan a otros para sentirse superiores e incluso entonces no dejan de ser unos pobres desgraciados hijos de puta. ¿Y se supone que ahora tendríamos que dejarles marchar para que sigan ejerciendo su aniquiladora influencia sobre otras pobres víctimas inocentes? No. Yo no estoy tan segura de que eso tenga que ser así.

 

(SANDRA se sitúa frente a ADOLFO y a CONRAD y los apunta con el revólver)

 

REY

Sandra, dime que esa bala no es un proyectil auténtico.

 

SANDRA

Me gustaría decírtelo, cariño, pero es que sí que lo es. ¡Señor Ledesma, siéntese!

 

(ADOLFO se sienta en el borde de la mesa de cara a SANDRA, con las manos levantadas a la altura del pecho)

 

SANDRA

Rey, vuelve a ponerle las bridas a este individuo.

 

REY

Pero ¿qué pretendes hacer? ¿Por qué le apuntas con el revólver?

 

(ADOLFO se pone de pie y se acerca a SANDRA)

 

ADOLFO

(Con las manos levantadas a la altura del revólver)

Señora, no haga nada de lo que pueda arrepentirse.

 

(SANDRA se aleja un par de pasos de ADOLFO)

 

SANDRA

¡Apártese de mí y vuelva a sentarse!

 

REY

Será mejor que haga lo que le dice.

 

(ADOLFO se sienta. REY coge de la mesa una brida)

 

SANDRA

De verdad que no sé quién es más cabrón de los dos, si el padre o el hijo. No lo veo claro, no termino de decidirme.

 

CONRAD

Sandra, entiendo que estés dolida, pero ¿qué vas a hacer? ¿Matarnos a los dos?

 

SANDRA

¿Sabes? Tú casi has conseguido engañarme. Por un momento, no digo que haya sentido compasión, pero, al menos, me pareció que ya no te odiaba. Y eso era muy duro para mí, porque el odio que te tenía me mantenía en pie y, de repente, ya no estaba, no tenía adónde agarrarme y empecé a sentir cierta sensación de vértigo. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que ha sido una debilidad pasajera, no puedo perdonarte que me hayas hecho pensar en la posibilidad de que Iván fuera débil. ¡Tú eres el débil, el cobarde y el miserable! Sólo porque tu padre te hirió, te creíste con derecho a herir tú también, pero no lo tenías, nadie lo tiene.

"DE BARETOS Y PASIONES HUMANAS (2015) 

(90 minutos) (Obra de seis piezas cortas)(Inédita)

Sinopsis

            Tienen los bares algo que hace que uno tienda a dejarse llevar por sus pasiones más primitivas sin ningún tipo de apuro, y que las decisiones más difíciles de tomar, los deseos más imposibles, las aventuras más irracionales, las confesiones más insólitas y los objetivos más inalcanzables se nos muestren, no sólo posibles, sino inusitadamente asequibles. Esto es lo que tanto nos fascina de ellos y lo que se cuenta, en clave de comedia, en cada una de las seis piezas teatrales que componen esta obra. En ellas los personajes sorprenden y son sorprendidos a su vez por otros personajes durante el transcurso de esos encuentros inesperados e intensos que en ocasiones tienen lugar en un bar y que pueden llegar a marcarte de por vida. Y es que ir a un bar es entrar a formar parte de un misterioso juego de emociones humanas en el que, lo mismo que en una yincana, uno tiene que sortear numerosas pruebas de habilidad e ingenio para salir airoso. En un bar, como en la vida, unas veces se gana y otras se pierde, lo que cuenta es seguir jugando, merece la pena.

Fragmento

"Un hombre lobo" (14 minutos)

PERSONAJES: CHICA y CHICO

 

Una chica muy guapa se acerca a un chico muy tímido en la barra de un bar. El chico, nervioso, la mira de reojo.

 

CHICA

Hola.

 

CHICO

Hola.

 

CHICA

Esto… A ver cómo te lo digo… Eh… ¿Follamos?

 

El chico da un respingo y se gira hacia ella muy sorprendido.

 

CHICO

¿Cómo?

 

CHICA

Que si follamos. Sería un polvo de venganza, ¿comprendes? Es que mi chico se está acostando con mi amiga, el muy gilipollas, y necesito vengarme.

 

CHICO

¿Y por qué yo?

 

CHICA

Ah, pues porque me has gustado.

 

CHICO

Pues lo siento, no estoy disponible.

 

CHICA

Ah, tienes novia.

 

CHICO

No. Tengo principios.

 

CHICA

Vaya, hombre, me ha tenido que tocar el único puritano que había en España.

 

CHICO

No soy puritano. Lo que pasa es que no me gusta que me utilicen.

 

CHICA

No, hombre, si hubiera pensado utilizarte, no te habría dicho que era por venganza. Precisamente he sido honesta y te he dicho la verdad.

 

CHICO

De todas formas, no me interesa. Te lo agradezco, pero no me gusta que me tomen por un objeto sexual.

 

CHICA

¿Eres gay? Porque no lo pareces.

 

CHICO

No soy gay, no es por eso.

 

CHICA

Y entonces, ¿por qué es? ¿Es que no te gusto?

 

CHICO

Sí me gustas, eres muy guapa. Lo que no me gustan son los rollos raros. Mira, allí hay un grupo de tíos que acaban de salir del gimnasio, están todos muy cachas, seguro que cualquiera de ellos te sirve para vengarte de tu novio. Yo no quiero líos, ¿sabes?

 

CHICA

Oye, ¿por quién me tomas? Yo no me voy con cualquiera. Me has gustado tú, no pienses que me da igual uno que otro.

 

CHICO

Bueno, pues yo no quiero, ya está.

 

CHICA

No me lo puedo creer. ¿Me estás rechazando? Creí que el sueño de todos los tíos era echar un polvo gratis sin tener que ligar.

 

CHICO

Pues no. Además, creo que cometes un error. Si te acostaras conmigo por venganza, te arrepentirías inmediatamente después de haberlo hecho.

 

CHICA

Ese es mi problema. ¿A ti qué más te da?

 

CHICO

No quiero participar en eso. Cuando tengo relaciones prefiero que sea con alguien que me desea y punto.

 

CHICA

Ya. ¿Y cuánto tiempo hace que no tienes relaciones?

 

CHICO

Eso no es asunto tuyo.

 

CHICA

Seguro que hace meses. ¿Qué digo meses? ¡Años! Eso si no eres virgen.

 

CHICO

¡No soy virgen! ¿Qué pasa que no eres capaz de aceptar un no por respuesta?

 

CHICA

Oye, mira, tú me gustas. Te he visto, y me he dicho: Joder, que tío más mono, podría tirármelo y dejar de sentirme como una mierda por culpa de esos dos cabrones. ¿No podrías tú hacer lo mismo? Has dicho que yo te gustaba, podrías decirte a ti mismo: Joder, qué tía más guapa, podría tirármela ahora mismo sin ningún problema y así dejaría de sentirme como el idiota que nunca se come una rosca.

 

CHICO

Yo no me siento así.

 

CHICA

Claro que sí. Vamos, hombre, si no tienes novia, no eres gay y yo te gusto, no entiendo cuál es el problema.

 

CHICO

El problema es que me gustas físicamente, pero no me gusta cómo eres.

 

CHICA

¡Si no me conoces!

 

CHICO

No me gustan las frescas.

 

CHICA

¿Pero tú quién te has creído que eres? Primero me rechazas y ahora me insultas, ¿qué pasa contigo?, ¿te has escapado de un seminario o algo así?

 

CHICO

No soy creyente. Y déjalo ya, ¿vale?

 

CHICA

Ah…, ya sé lo que pasa… Es mucho peor…

 

CHICO

¿A qué te refieres?

 

CHICA

Debes ser impotente o eyaculador precoz.

 

CHICO

¡No soy nada de eso, ¿vale?!

 

CHICA

¡Pues yo tampoco soy una fresca!

 

CHICO

Lo siento mucho, pero es lo que pareces si vas por ahí ofreciéndote a tíos que no conoces de nada.

 

CHICA (Muy nerviosa)

¡Eres un idiota! ¡No tienes derecho a juzgarme! ¡Y para que lo sepas yo nunca había hecho esto antes!

 

Pausa.

 

CHICO

Está bien, tienes razón, no debería haber dicho que eres una fresca. En realidad, ni siquiera lo pienso.

Fragmento

"El intercambio" (16 minutos)

PERSONAJES: ISA Y DELIA

 

Dos chicas jóvenes, sentadas en una de las mesas de la terraza, se toman unas cañas.

 

ISA

Me parece que voy a cortar con Carlos, Deli.

 

DELIA

¿Por qué? ¿No estabas tan enamorada?

 

ISA

No sé. Ayer me dijo que le dolía el estómago y que no pensaba salir.

 

DELIA

Pobrecillo… Con una úlcera, no me extraña.

 

ISA

Eso suponiendo que sea verdad.

 

DELIA

¿Y por qué se iba a inventar una úlcera?

 

ISA

Porque así tiene la excusa perfecta para no quedar conmigo cada vez que le venga en gana. Y, por lo tanto, puede quedar con otra…

 

DELIA

Cómo eres… Siempre pensando mal de la gente. Así no se puede vivir, Isa.

 

ISA

Pues tú dirás lo que quieras, pero éste me la está pegando fijo.

 

DELIA

Pero ¿por qué no confías en él?

 

ISA

Ah, pues, no sé, ¿porque le he encontrado una caja de condones en el cajón de la mesita de noche y yo tomo la píldora?

 

DELIA

Igual eran para un amigo…

 

ISA

Para un amigo serían si fuera gay.

 

DELIA

Puede que ya los tuviera ahí antes de empezar a salir contigo.

 

ISA

Los acababa de comprar, estaban metidos en la bolsita y con el ticket dentro. Los compró en el barrio, en la farmacia que está al lado de tu casa.

 

DELIA

¡Hala! ¡Hala! Al lado de mi casa… Esa farmacia está enfrente. Pero un enfrente… muy enfrente.

 

ISA

Ahora que la guarra ésa se va a enterar. La voy a putear, pero bien.

 

DELIA

¿Qué vas a hacer?

 

Isa coge el alfiler que lleva prendido en la ropa y se lo muestra a Delia.

 

ISA

Para empezar, les he pinchado todos los condones con este alfiler de “novia”… ¿Te das cuenta de la ironía? Justicia poética, lo llaman.

 

DELIA

Eso no es justicia poética. Eso es mala leche.

 

ISA

Que lo hubiera pensado antes de quitarle el novio a otra.

 

DELIA

A lo mejor fue él el que estuvo detrás de ella, ahí, insistiendo, insistiendo… hasta que la pobre… ―como Carlos está tan bueno―… cayó.

 

ISA

Pues ahora se va a caer con todo el equipo: Además de pincharle los condones, le voy a presentar a Carlos a todas las alumnas de la escuela de modelos de mi tía. Y allí hay cada “pibonaco”…, a cual más puta…, que ése sí que va a caer.

 

DELIA

(Pálida)

Qué mala gente eres…

 

ISA

Y eso no es todo. Le he comprado a Carlos el último Fifa, el último Assassin’s Creed… y el gol tv. Total, que no le va a hacer ni puto caso, las modelos le van a dejar la autoestima por los suelos y encima con un bombo. ¿Qué te parece, Deli?

 

DELIA

Maquiavélico… Me parece maquiavélico.

¿Y tú qué sacas con eso, perra?

 

ISA

Venganza. ¿Te parece poco?

 

DELIA

Yo creo que, si tu chico se enamora de otra, lo mejor es retirarse con elegancia.

 

ISA

Sí, hombre, me voy a retirar yo como una gilipollas…

 

DELIA

A eso se le llama madurar.

 

ISA

Yo lo llamo ser una cabrona consentida.

 

DELIA

De verdad, Isa, hazme caso, lo mejor es pasar página.

 

ISA

No, si yo página, lo que se dice pasar página, paso la biblia entera pero, antes, esos dos se acuerdan de mí. (…)

Bueno, y tú qué, ¿cómo te va con el viudo ése del curro?

 

DELIA

Bien… Aunque la cosa ha decaído bastante últimamente, la verdad.

 

ISA

¿Ah, sí? ¿Y eso por qué?

 

DELIA

Es que ya no es lo mismo. Creo que cuanto más lo conozco, más me aburre. Además, lo noto como apático, como desganado…

 

ISA

Eso no es más que relajación.

 

DELIA

Relajación, dice… Si el viudo no hace yoga ni nada.

 

ISA

Me refiero a que se encuentra cómodo contigo, se relaja y deja de esforzarse en agradarte. Eso les pasa a todos.

 

DELIA

Pues vaya gracia. Prefiero que esté nervioso.

 

ISA

No se puede tener todo. Piensa que es un buen tío y confórmate con eso.

 

DELIA

Carlos también es un buen tío.

 

ISA

Un puto traidor es lo que es.

 

DELIA

Si quieres que te diga la verdad, a mí me parece que parte de la culpa de que Carlos esté con otra, la tienes tú por desconfiada. ¿No has oído hablar de la teoría de la expectativa que se cumple?

 

ISA

No. ¿Qué mierda es ésa?

 

DELIA

Pues mira, esa teoría viene a decir que si esperas que algo malo ocurra, al final, termina ocurriendo.

 

ISA

Qué tontería. Si Carlos es un puto traidor, lo normal es que cometa putas traiciones lo espere yo o no.

 

DELIA

Ya. Pero tú ¿cómo sabías que era un puto traidor antes de que te traicionara?

 

ISA

Porque todos los hombres lo son.

 

DELIA

¡Eso es un tópico!…

 

ISA

¿Sí? Pues mira cómo estamos.

 

DELIA

Oye, ¿cómo que “estamos”? A mí mi viudito no me la pega.

 

ISA

No, ya. Digo que… aquí estamos… hablando de la traición de Carlos…

 

DELIA

Ay…, esa cara… ¡Tú crees que me la está pegando, ¿verdad?! ¡Claro, por eso está tan apático, porque cuando quedamos, viene de follar, el muy desgraciado!

 

ISA

No, yo no he dicho eso.

 

DELIA

Pero lo piensas, que yo conozco esa cara…

 

ISA

Otra vez con la cara, pero ¿qué pasa con mi cara, tía?

 

DELIA

Que me lo está diciendo, tu cara me está diciendo claramente que me la está pegando. ¿Con quién?

 

ISA

Eso no te lo puede estar diciendo mi cara.

 

DELIA

¿Y cómo te has enterado?

 

ISA

¿Eh?… Ah, pues… me lo ha dicho una vecina nueva. Tú no la conoces.

 

DELIA

¿Qué te ha dicho?

 

ISA

Eso, que el viudo… es un viudo alegre…

 

DELIA

¿Y con quién se alegra?

 

ISA

Con nadie. Es que… Que se va de putas, vamos.

 

DELIA

¡Ay, qué asco! ¡Eso es peor!

 

ISA

Mujer, peor…

 

DELIA

Lo otro, por lo menos, es más higiénico.

 

ISA

Te queda el consuelo de que no esté enamorado de otra.

 

DELIA

Pues yo lo preferiría, la verdad. Es que irse de putas es lo peor, vaya.

 

ISA

Puede que empezara cuando se quedó viudo y después, se ha enganchado.

 

DELIA

Ya podía haber salido a ligar como todo el mundo, ¿no? El mosquito muerto éste… Un putero… Yo lo mato… Lo mismo me ha pegado algo, el muy cerdo.

 

ISA

¡Si tú siempre usas condones!

Fragmento

"El quiromántico" (13 minutos)

PERSONAJES: LIDIA, HUGO Y MANUEL

 

Una chica está sentada en una mesa de la terraza tomando una caña y leyendo un libro. Un chico se acerca a ella sonriente y precavido.

 

HUGO

Perdona, ¿Podría leerte la mano?

 

LIDIA

La mano a mí, ¿por qué?

 

HUGO

Es sólo un momento, sólo quiero echar un vistazo.

 

LIDIA

(Clavando la vista en el libro)

Lo siento, estoy esperando a unos amigos.

 

hugo

Oye, que no es una excusa para ligar, ¿eh? Mira, vas a creer que estoy loco, pero es que, al verte, me ha venido como un flash tuyo y he sentido curiosidad por saber algo más.

 

LIDIA

Pues sí, me parece que estás como una cabra, tío. ¿Qué es eso de un flash?

 

HUGO

Es como una imagen de tu futuro, pero estaba algo confusa y quería ver si leyendo tu mano se me aclaraba algo más.

 

LIDIA

¿Tú me estás tomando el pelo o qué?

 

HUGO

No, qué va… para mí la quiromancia es algo muy serio. ¿Puedo?

 

Hugo se sienta frente a Lidia y acerca su mano a la de ella, sin llegar a tocarla.

 

LIDIA

Pero… ¿qué has visto? ¿Algo chungo?

 

HUGO

No, al contrario, era una imagen de felicidad plena.

 

LIDIA

Y se supone que lo que has visto, me va a pasar, ¿no?

 

HUGO

Podría ser, pero no necesariamente. Es que no es tan fácil. Más que el futuro, lo que yo veo es como una posibilidad de que algo ocurra, aunque también podría no ocurrir.

 

LIDIA

Ya. Mira, yo es que no creo mucho en estas cosas, ¿sabes? Además, todo lo que me estás diciendo me parece muy raro.

 

HUGO

No, si es que es raro de cojones. Aunque, tampoco tienes nada que perder, ¿no?

 

LIDIA

Sigo pensando que lo que quieres es ligar.

 

HUGO

¡Cómo sois las mujeres! Te doy mi palabra de que te leo la mano y me voy por dónde he venido.

 

Hugo coge la mano de Lidia. Hugo se concentra en la palma de su mano. La mira detenidamente en silencio. Parece como si leyera un libro. Lidia le observa. Hugo sonríe como si estuviera viendo algo muy conmovedor. Lidia sonríe también. Hugo se pone serio y pensativo. Lidia se pone seria también. Hugo sonríe de nuevo y mira a Lidia de forma enigmática. Le suelta la mano y se pone de pie para marcharse.

 

HUGO

Gracias.

 

LIDIA

Oye, espera un momento. ¿Qué has visto?

 

Hugo se vuelve a sentar.

 

HUGO

He visto algo muy bonito, tía. Sería una pena que lo dejaras pasar.

 

LIDIA

Ya sé de qué vas, ¿sabes? Ese algo tan bonito, no será, por casualidad, una relación con un tío misterioso que lee las líneas de la mano, ¿verdad?

 

HUGO

No… Ya te he dicho que no es nada de eso.

 

LIDIA

Y si no es una relación, entonces, ¿qué es lo que has visto?

 

HUGO

Sí es una relación, pero no conmigo.

 

LIDIA

Ya, bueno, pues es una lástima, pero yo…

 

HUGO

(Interrumpiéndola)

… tienes novio. Ya lo sé. Por eso digo que sería una pena que lo dejaras pasar. Pero eso ya depende de ti.

 

LIDIA

Es increíble el rollo que tienes…

 

HUGO

Yo sólo te digo lo que he visto. Y porque tú me lo has preguntado.

 

LIDIA

Es que al final has conseguido intrigarme.

 

HUGO

Es normal, es que se trata de tu vida. Mira, ―ahora sí que me vas a tomar por loco― ¿has oído hablar alguna vez de que todos tenemos una mitad que se separó de nosotros y anda buscándonos por el mundo?

 

LIDIA

Sí, eso es algo de Platón, ¿no?

 

HUGO

Más o menos. Pues, verás, cuando las dos mitades se encuentran surge entre ellas una especie de aura que los envuelve. Y algunos podemos verla.

 

LIDIA

¿Me has visto un aura?

 

HUGO

No, he visto que estabas con alguien y que había un aura a vuestro alrededor.

 

LIDIA

¿Y quién era esa persona?

 

HUGO

No lo sé y tú todavía no lo conoces, pero su llegada es inminente. Lo único que he visto es que tiene un pirsin en la ceja derecha… con forma de estrella.

 

LIDIA

No me creo nada, pero nunca me habían entrado así. Por lo menos has sido original.

 

HUGO

Vale, entiendo que desconfíes. Gracias de todos modos. Venga, hasta luego.

 

Hugo se marcha del bar. Lidia, extrañada, lo ve salir y vuelve a la lectura de su libro. Entra un chico con un pirsin en la ceja derecha. Se sienta en la mesa de al lado de Lidia con una caña y se pone a leer el periódico. Saca un cigarrillo y se busca el mechero por los bolsillos del pantalón. No lo encuentra. Se gira hacia Lidia.

 

MANUEL

Perdona, ¿tienes fuego?

 

Lidia levanta la cabeza del libro.

 

LIDIA

Lo siento, no fumo.

 

Lidia ve el pirsin y se queda atónita. Manuel señala la vela que hay en la mesa de Lidia.

 

MANUEL

¿Te importa?

 

LIDIA

No, no.

 

Mientras Manuel enciende su cigarrillo con la vela, Lidia lo mira intrigada.

 

MANUEL

Debería dejar de fumar, ya lo sé, es lo que me digo todas las mañanas y aguanto hasta la tarde, pero por la noche… cambio de opinión.

 

LIDIA

Yo lo dejé hace un par de años. Casi me vuelvo loca y vuelvo loco a mi chico, pero ahora me alegro.

 

MANUEL

¿Qué método usaste?

 

LIDIA

Lo hice a pelo.

 

MANUEL

Vaya, eso ha sonado muy sexi… ¿Le estás esperando?

 

LIDIA

¿A quién?

 

MANUEL

A ese chico afortunado que sale contigo.

 

LIDIA

Es amigo tuyo, ¿verdad?

 

MANUEL

¿Quién? ¿Tu chico?

 

LIDIA

No, el quiromántico.

 

Fragmento

"El espía que me amó" (14 minutos)

PERSONAJES: MUJER Y JOVEN

 

Una mujer madura y bastante atractiva entra en el bar y se dirige a la barra. Se pide un café. Entra un joven de unos treinta años, ve a la mujer en la barra y se sienta en una mesa junto a la ventana. Pide un café al camarero y observa a la mujer con disimulo mientras finge que está concentrado en la pantalla de su móvil. De repente, se escucha el choque de dos coches en la calle. El joven se gira un momento para mirar por la ventana. La mujer aprovecha para rodear la barra y esconderse tras ella. Al volver a mirar hacia la barra, el joven descubre la ausencia de la mujer. Contrariado, se levanta y sale por el pasillo que conduce a los aseos. La mujer sale de la barra y se sienta en la mesa donde estaba el joven. Éste regresa de los aseos con cara de preocupación y se sorprende al ver a la mujer sentada en su mesa. Ésta sonríe y le hace un gesto con el dedo para que se acerque. El joven se acerca, la mujer separa de la mesa la silla que está a su lado. El joven se sienta, algo avergonzado.

 

MUJER

¿Se puede saber por qué me está siguiendo?

 

JOVEN

Señora, yo no…

 

MUJER

Vamos, no siga disimulando, le he pillado.

 

El joven, apurado, se queda en silencio mirando la mesa. Pausa.

 

MUJER

Dígame una cosa, ¿por qué piensa mi marido que le estoy engañando?

 

JOVEN

Es que no sabe dónde se mete usted por las tardes.

 

MUJER

No es por eso. Él nunca ha sabido lo que hago por las tardes y siempre le ha dado igual. Está convencido de que tengo un amante, porque él sí que tiene una.

 

JOVEN

¿Cómo me ha descubierto, señora?

 

MUJER

Ha cometido usted un par de errores. Por cierto, ¿desde cuándo me sigue?

 

JOVEN

¿Desde cuándo sabe usted que lo hago?

 

MUJER

¿Es usted gallego?

 

JOVEN

No.

 

MUJER

Pues entonces no me conteste con una pregunta, no me gusta.

 

JOVEN

Disculpe, pero no puedo darle información acerca de mi trabajo.

 

MUJER

Su trabajo no se le da muy bien.

 

JOVEN

Lo sé. Hábleme de esos dos errores.

 

MUJER

El primero ha sido dormirse en el cine.

 

JOVEN

¿Cómo me ha visto? Estaba sentado, muchas filas, por detrás de usted.

 

MUJER

Le he visto a causa de su segundo error: Roncar demasiado fuerte.

 

JOVEN

Es que leer los subtítulos me da sueño. He soportado todas las películas que ha visto usted hasta el final, pero ayer flaqueé. Es la primera vez que me duermo trabajando. Qué vergüenza…

 

MUJER

No hubiera tenido importancia si no le hubiera vuelto a ver hoy al entrar en la sala. Enseguida me he dado cuenta de que era el bello durmiente de ayer. Y claro me ha parecido mucha casualidad coincidir dos días seguidos con la misma persona en dos cines diferentes. 

 

JOVEN

¿Y sólo por eso dedujo que la estaba vigilando?

 

MUJER

Por eso y porque al salir del cine me ha seguido usted durante más de dos kilómetros, y después ha entrado en la misma cafetería que yo.

 

JOVEN

Entonces he cometido más de dos errores.

 

MUJER

No sea tan duro consigo mismo. En realidad, sólo cuentan los dos primeros. Si usted no se hubiera puesto a roncar en el cine, yo nunca me hubiera fijado en usted y por lo tanto no me habría dado cuenta de que me seguía.

 

JOVEN

Es muy amable disculpando mi ineptitud.

 

MUJER

Lo hago por mi hijastra.

 

El joven mira a la mujer sumamente sorprendido.

 

MUJER

Sí, también sé que sale usted con ella.

 

JOVEN

¿Cómo lo ha averiguado? Ella no se lo ha dicho. Al menos, no, que yo sepa.

 

MUJER

No, no me lo ha dicho. Es que he visto por casualidad, en su apartamento, una foto en la que, por cierto, estáis los dos muy favorecidos. 

 

JOVEN

Yo no he visto que tenga ninguna foto nuestra en el apartamento.

 

MUJER

Me la encontré dentro de un libro. Como le he dicho, la vi por casualidad. A veces, cuando estoy por el centro, subo al apartamento de mi hija para… ir al baño.

 

JOVEN

Lo sé. Así que, cuando me vio roncando en el cine, me reconoció por la foto.

 

MUJER

Sí, aunque en ese momento no estaba muy segura de que fuera usted el mismo hombre.

 

JOVEN

¿Y cuándo lo estuvo?

 

MUJER

Hace un par de segundos, cuando me lo ha confirmado usted.

 

JOVEN

Francamente, señora, hace usted que me sienta como un inútil total.

 

MUJER

No se flagele. Dígame, ¿qué ha averiguado sobre mí?

 

JOVEN

He averiguado que acostumbra a ver películas extranjeras en versión original, que es algo que a mí me aburre soberanamente. También que adora usted pasear, y déjeme que le diga que sus paseos casi acaban conmigo. Quizás la caminata fue lo que hizo que me durmiera. De todas formas, seguirla por las calles me ha desvelado aspectos de su carácter que de otro modo nunca hubiera advertido. Por ejemplo, que le gustan mucho los niños, especialmente los bebés que son los que yo menos soporto porque siempre están haciendo un  ruido infernal. Ah, también he observado que tiene usted una sensibilidad especial para apreciar las maravillas de la naturaleza… y de los escaparates.

 

MUJER

¿Y eso también le resulta insoportable?

 

JOVEN

Lo prefiero a los paseos.

 

MUJER

Ya. Bueno, tengo que reconocer que me ha descrito usted bastante bien.

 

JOVEN

También he averiguado que no tiene ninguna aventura.

 

MUJER

Sí, es una lástima. Está mal que yo lo diga, pero soy bastante buena en la cama, ¿sabe?

 

JOVEN

Me alegro por usted.

 

MUJER

Sé lo que está pensando. Y se equivoca.

 

JOVEN

No estoy pensando nada.

 

MUJER

Claro que sí. Está pensando que si tan buena soy, ¿por qué mi marido se acuesta con otra?

 

JOVEN

No estaba pensando eso, sé perfectamente que su marido es demasiado estúpido para apreciar a una mujer como usted.

 

MUJER

Es usted un encanto… En realidad, lo que ocurre es que ya no me quiere. Le ha contratado por orgullo, no le importa que yo quiera a otro, lo que no soporta es la idea de que ya no le quiera a él.

 

 JOVEN

Es lo que he dicho, no sabe apreciarla.

 

La mujer mira al joven un segundo y le sonríe.

 

MUJER

¿Sabe una cosa? A pesar de que no sabe comportarse en el cine, me gusta usted.

 

JOVEN

Gracias. Usted también me gusta.

 

Fragmento

"El ascenso" (14 minutos)

PERSONAJES: SOCIO 1, SOCIO 2 Y HOMBRE

 

Socio 2, hombre de mediana edad con un traje impecable, saborea un vermut sentado en una de las mesas. Hay dos vermuts más en la mesa. Impaciente, el hombre mira el reloj y la puerta de entrada a cada momento. Por fin, llega otro hombre, Socio 1, también con traje impecable, que se reúne con él. El recién llegado se sienta junto al otro, coge uno de los vermuts y bebe.

 

SOCIO 1

¿Qué? ¿Ha firmado?

 

SOCIO 2

Sí, ya está hecho.

 

SOCIO 1

¿Y cómo se lo ha tomado?

 

SOCIO 2

(Con preocupación)

No muy bien.

 

SOCIO 1

¿Se ha puesto a lloriquear o qué?

 

SOCIO 2

No, ni mucho menos.

 

SOCIO 1

¿Se ha puesto borde?

 

SOCIO 2

No, tampoco.

 

SOCIO 1

Entonces, ¿qué ha pasado?

 

SOCIO 2

Nada, ha firmado el finiquito, ha recogido sus cosas y se ha largado sin más.

 

SOCIO 1

¿Ni siquiera se ha desahogado con un buen pataleo?

 

SOCIO 2

Ni pío.

 

SOCIO 1

Y entonces ¿por qué dices que no ha ido bien?

 

SOCIO 2

No sé, el caso es que ha tenido una reacción muy inquietante.

 

SOCIO 1

Hijo, pues si a ti eso de que se vaya sin montar una pataleta te parece inquietante…, tú verás. A mí lo que me parece es cojonudo.

 

SOCIO 2

Es que, antes de salir del despacho, se ha quedado mirándome… y ha sonreído.

 

Ambos socios se miran con preocupación un segundo.

 

SOCIO 1

Puede que ya se lo esperara. O tal vez quería dejarlo y no sabía cómo hacerlo.

 

SOCIO 2

No era esa clase de sonrisa.

 

SOCIO 1

¿Qué quieres decir?

 

SOCIO 2

Pues que era más bien una sonrisa tipo…  amenaza.

 

El Socio 1 se tensa como una cuerda de violín.

 

socio 1

¿Crees que sabe algo?

 

socio 2

Es la impresión que me ha dado.

 

socio 1

Bueno, y si sabe algo, ¿qué? ¿Qué va a hacer un mindundi como ése?

 

SOCIO 2

No sé, creo recordar que su mujer era periodista, ¿no?

 

SOCIO 1

Qué va, hombre, su mujer es una teatrera de ésas.

 

SOCIO 2

¡No fastidies! Eso es peor.

 

SOCIO 1

Si no la conoce nadie, es una muerta de hambre.

 

SOCIO 2

Te digo yo que no te puedes fiar de esa gentuza. Van de comprometidos y de honestos y, en menos que canta un gallo, te hacen un espectáculo tipo protesta y te hunden.

 

SOCIO 1

¿Y qué hacemos?

 

SOCIO 2

Lo primero, averiguar qué sabe y ya después veremos la manera de solucionarlo.

 

SOCIO 1

¿Te encargas tú?

 

SOCIO 2

(Señalando el vermut que sobra)

Ya me he encargado: Le he citado aquí para que se tome algo con nosotros.

 

SOCIO 1

Bien, pero de ninguna manera podemos contratarle otra vez. Le quiero fuera del despacho. En eso no pienso echarme atrás.

 

SOCIO 2

No te preocupes, he pensado que mejor se lo mandamos a la competencia. ¿No te he hablado de que tengo un cuñado allí?

 

SOCIO 1

Perfecto, que les dé la tabarra a ellos con la trasparencia y toda esas mierdas que siempre tiene en la boca. Que parece mentira que un tío hecho y derecho, con veinte años de profesión, se crea todas esas pamplinas.

 

SOCIO 2

Todas esas pamplinas, como tú dices, verás que pronto se le olvidan en cuanto le llenemos los bolsillos.

 

SOCIO 1

Me cuesta creer que sepa algo. Hemos sido muy cuidadosos. ¿Cómo podría haberse enterado?

 

SOCIO 2

Nunca se sabe. Hay mucho entrometido por ahí suelto.

 

SOCIO 1

Los que también abundan son los que se van de la lengua al segundo cubata. Que estoy harto de decírtelo, que hay que tener mucho cuidadito con delante de quién se dicen las cosas.

 

SOCIO 2

Yo te doy mi palabra de que por mi parte es imposible que se haya enterado de nada. Y acuérdate de que tú en la comida de navidad… la liaste parda.

 

SOCIO 1

¿Yo? ¿Qué hice?

 

SOCIO 2

Pasarte de copas y ponerte un poco tontorrón con su secretaria…

 

SOCIO 1

¡Hombre, por favor, no digas tonterías! Que yo soy la discreción en persona, tú ya lo sabes.

 

SOCIO 2

Bueno, pues no señalemos a nadie que aquí de lo que se trata es de callarle la boca al tipo éste. De cómo se haya podido enterar, ahora, es lo de menos.

 

SOCIO 1

¿Y si no acepta?

 

SOCIO 2

¿Cómo no va a aceptar un puesto de más categoría y con mejor sueldo?

 

SOCIO 1

No sé, yo a estos santurrones no los entiendo. Con tal de fastidiar son capaces de cualquier cosa.

 

SOCIO 2

Eso es cuando son jóvenes. Éste ya tiene familia.

 

SOCIO 1

¿Ah, sí? ¿Cuántos niños tienen?

 

SOCIO 2

Creo que dos.

 

SOCIO 1

Ah, estupendo, a esos se les maneja mucho mejor.

 

SOCIO 2

Claro, hombre, estate tranquilo. Esto lo resolvemos tú y yo en media hora. Ahí viene.

Fragmento

"Algo más que amigas" (15 minutos)

PERSONAJES: MONTSE, LORETO, LIGÓN Y JULIO

 

Dos amigas se toman unos combinados en la barra de un bar de moda para aficionados al jazz. Suena un blues de fondo. Las chicas charlan animadamente. MONTSE, la menos femenina, deja su copa sobre la barra y se va al servicio. Un LIGÓN aprovecha para acercarse a ligar con LORETO, mucho más atractiva. El chico se esfuerza en hacerse el simpático, pero la chica parece incómoda y deseosa de librarse de él. MONTSE regresa del baño y, al ver a LORETO acompañada, coge su copa y se desplaza medio metro en la barra para alejarse de ellos. Entonces la otra la ve y, sin que el chico lo note, se da tres tirones del lóbulo de la oreja como si tuviera un tic nervioso. Montse lo percibe y se acerca a ellos con resolución.

 

MONTSE

(Al chico)

Sssh… Oye, ¿Tú qué le estás diciendo a mi novia, tío?

 

El chico se queda cortado y con la boca abierta.

 

LIGÓN

Ah, pero… ¿vosotras dos sois…?

 

El ligón hace un gesto con los dedos de la mano que representa unas tijeras.

 

MONTSE Y LORETO

(Las dos a la vez)

¡Sí, ¿qué pasa?!

 

LIGÓN

(Alejándose de ellas)

No, nada, nada…

 

El chico se da la vuelta y se marcha. Las chicas le observan muy desafiantes hasta que lo pierden de vista. Entonces se miran y estallan en carcajadas.

 

LORETO

Es que no falla, ¿eh? Es la forma más rápida de librarse de un pesado.

 

MONTSE

Ya te digo, es que se cagan, vamos. Se quitan de en medio como alma que lleva el diablo.

 

LORETO

Y la cara que ponen… Yo, esta vez, te juro que casi me río en su cara.

 

MONTSE

Pues ten cuidado, porque como te vean riéndote, no se van.

 

LORETO

Qué pesado… Yo es que no entiendo por qué no se me acerca nunca un tío que me guste.

 

MONTSE

Porque tú tienes algo que atrae a los pesados, pero eso te pasa por estar tan buena. Mira como a mí no se me acercan.

 

LORETO

Bueno, es que yo creo que tú les das miedo.

 

MONTSE

¿Yo, por qué, tía?

 

LORETO

Por esa mirada que pones que espanta a cualquiera. Yo porque te conozco y sé que eres buena gente, pero tienes una forma de mirar que pareces la tía más borde del mundo.

 

MONTSE

Pues mira, así no me dan el coñazo como a ti.

 

LORETO

Ya, lo que pasa es que a mí no me sale mirar así de duro a la gente.

 

MONTSE

Tú es que eres muy blandita y por eso te atacan. Además, yo no miro duro, yo miro profundo, para ver con claridad a quién tengo delante.

 

LORETO

Pues das miedo.

 

MONTSE

A quien le guste, bien y a quien no, que le ponga un moño, porque eso es lo que hay.

 

LORETO

Mira que eres chusma, tía.

 

Hay un chico muy atractivo en la barra justo detrás de Loreto. Está solo y bebe un combinado de ron con limón. Al quitarse la chaqueta, da un codazo sin querer a Loreto. Ésta se gira hacia él.

 

JULIO

Perdona.

 

LORETO

No pasa nada.

 

Julio y Loreto se dan la espalda otra vez, pero enseguida vuelven a mirarse los dos al mismo tiempo y se sonríen.

 

JULIO

 Nos conocemos de algo, ¿verdad?

 

LORETO

No, que yo recuerde.

 

JULIO

Pues tu cara me suena, ¿sueles venir por aquí?

 

LORETO

Algunas veces, aunque no mucho.

 

JULIO

Bueno, ya me acordaré. Yo soy Julio, ¿y tú?

 

LORETO

Loreto.

 

JULIO

Qué nombre tan bonito…

 

JULIO da dos besos a LORETO. MONTSE eleva los ojos al cielo con impaciencia.

 

LORETO

¿A qué te dedicas, Julio?

 

JULIO

Trabajo en publicidad.

 

LORETO

¿Eres modelo?

 

JULIO

(Riéndose con coquetería)

No, ¿qué dices? Soy creativo.

 

MONTSE, al verlos reír, se impacienta.

 

LORETO

Esos son los que se inventan los anuncios, ¿no?

 

JULIO

Sí, básicamente nos pagan por inventarnos chorradas.

 

LORETO y JULIO se ríen y ambos se miran a los ojos. LORETO se aparta el pelo de la cara con coquetería. MONTSE, celosa, se acerca a ellos.

 

MONTSE

(A Julio)

Oye, tío, ¿qué le estás diciendo a mi novia?

 

JULIO se queda boquiabierto y LORETO, contrariada y muerta de vergüenza, se tapa la cara con la mano.

 

JULIO

Hostia…, esto sí que no me lo esperaba. Bueno, no te enfades, ya me voy.

 

LORETO

No, oye, en serio, que yo…

 

JULIO

Déjalo, no importa. Venga, hasta luego, chicas.

 

JULIO se marcha sin dejar que ella se explique. MONTSE, satisfecha, lo ve alejarse. LORETO, enojada, se gira hacia MONTSE.

 

LORETO

¡Pero bueno, tía, ¿de qué vas?! ¿Por qué me lo espantas?

 

MONTSE

¿Qué pasa? Si te has tirado de la oreja tú.

 

LORETO

¿Pero cómo me voy a tirar de la oreja con lo bueno que estaba?

 

MONTSE

Pues yo he visto claramente cómo te llevabas la mano a la oreja, tía.

 

LORETO

¡Me estaba poniendo bien el pelo! En ningún momento me he tocado yo la oreja.

 

MONTSE

Yo qué sé, a mí me lo ha parecido. Y como el tío era tan gilipollas…

 

LORETO

No era gilipollas, era muy simpático.

 

MONTSE

¿Simpático? ¿Con esa manera tan patética de ligar?

 

LORETO

¿Y tú qué hacías escuchando?

 

MONTSE

Hija, estaba aburrida aquí sola. En algo me tenía que entretener, ¿no?

 

LORETO

Pues haberte entretenido con el móvil como todo el mundo. Joder, Montse, que ese tío me encantaba.

 

MONTSE

Tía, lo siento, ha sido sin querer. A mí me parecía un pelmazo, pero, vamos, si quieres, voy y se lo explico.

 

LORETO

Sí, ahora que ya se ha ido. Mira, ya no me rescates más, ¿vale?, que para una vez que se me acerca un tío que me gusta, no me ha hecho ninguna gracia que me lo espantaras.

 

MONTSE

¿Y qué culpa tengo yo de que te hayas tocado la oreja?

 

LORETO

¡Venga, ya, Montse, no te hagas la tonta que lo has hecho a propósito!

 

MONTSE

¿Yo? ¿Y a mí que me importa que hables con ese tío? Como si te casas con él.

 

LORETO

Lo que a ti te da rabia es que yo ligue y tú no.

 

MONTSE

Mira, Lore, yo reconozco que he metido la pata y lo siento mucho, pero vamos a dejarlo ya, ¿vale?

 

LORETO

De meter la pata, nada. Lo has hecho queriendo. Es más, me apuesto lo que sea a que tú ya le habías echado el ojo a ese tío y te ha dado coraje que me entrara a mí. Que nos conocemos y sé de sobra la mala leche que tienes.

 

MONTSE

Te estás pasando, ¿eh? Yo no quiero pelearme contigo, pero como sigas por ese camino, la vamos a tener.

 

LORETO

Si es que no sé cómo se puede ser tan mala amiga.

 

MONTSE

¿Mala amiga? ¿Con todos los pesados que te he quitado de encima, me estás llamando mala amiga?

 

LORETO 

Sí, mala amiga, porque yo no tengo la culpa de que no se haya fijado en ti. Si yo le he gustado más, digo yo que te podías haber aguantado.

 

MONTSE

Desde luego, la culpa la tengo yo por ayudarte a quitarte a los moscones de encima. Y te recuerdo que eso fue idea tuya.

 

LORETO

Sí, pero eso no te daba derecho a espantarme a los tíos buenos para quedártelos tú para ti.

 

MONTSE

¿Qué dices? Que a mí no me gusta el ligón ése, que ese tipo de tíos me da asco.

 

LORETO

Sí, asco, un tío bueno… y yo voy y me lo creo, ¿no? Seguro que si te hubiera entrado a ti, no te daría tanto asco.

 

MONTSE

Bueno, mira, piensa lo que quieras.

 

LORETO

Pues claro, no voy a pensar lo que te convenga a ti. Y te voy a decir una cosa, hay que ser muy rastrera para hacerle eso a una amiga por un tío.

 

MONTSE

¡Otra vez! ¡Que a mí ese tío me da igual! ¡Que no lo he hecho por eso!

 

LORETO

¡Ah, ¿luego reconoces que lo has hecho?!

 

MONTSE

¡Sí, sí, sí! ¡Lo he hecho! ¡Lo he hecho!, ¿vale? Pero no lo he hecho porque me gustara el tío.

 

LORETO

¿Y entonces por qué?

 

MONTSE

¡Pues porque yo te quiero para mí! A ver si te enteras ya. Que yo esto que hacemos de fingirnos pareja… lo hago porque es lo que me gustaría que fuéramos. Ea, ya está, ya lo he dicho. 

 

LORETO se queda boquiabierta. MONTSE, cortada, la mira de hito en hito. De pronto, LORETO empieza a reírse.

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