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"HISTORIA DE UNA VOZ" (2002) (Guión radiofónico) (Duración 30 minutos aproximadamente)

Sinopsis

            Los sermones de la Iglesia católica tienen la tendencia, algo escalofriante, de producir un efecto hipnótico entre los oyentes, pero ¿qué pasaría si se decidieran a dar el paso de hipnotizar literalmente a los fieles? ¿Y si lo hicieran a través de un medio de comunicación de masas? “Historia de una voz” es un divertimento que, inspirado en la famosa frase de Karl Marx: “La religión es el opio del pueblo”, juega a dar una posible respuesta a estas preguntas.

            Elena Duarte, periodista, atraviesa una profunda depresión tras sufrir un accidente en el que una compañera de trabajo perdió la vida y ella quedó ciega. Sin embargo, gracias a que su ceguera ha potenciado su sentido del oído, Elena es la única en advertir que el padre Ignacio ha utilizado su programa nocturno en la radio para hipnotizar a sus fieles. Por supuesto Elena, a partir de entonces, volcará todos sus esfuerzos en desenmascarar al cura, pero tendrá la ocasión de comprobar por sí misma cómo la Iglesia siempre ha sabido nadar y guardar la ropa.

Fragmento

ESCENA 7

(Enfermera, Elena, Paciente e Ignacio)

 

Se oye el sonido de una puerta al abrirse y  después el repiqueteo del bastón de Elena junto al sonido de sus tacones al andar.

 

ENFERMERA (Con una repelente voz nasal)

Buenos días, ¿tiene cita?

 

ELENA

Sí, a las once.

 

Se oye el crujido de las páginas de la agenda de citas al pasarlas la enfermera.

 

ENFERMERA

¿Es usted el insomnio?

 

ELENA (Algo molesta)

Soy Elena Duarte.

 

ENFERMERA

Pero acude a consulta por un problema de insomnio, ¿no?

 

ELENA

Sí, padezco insomnio.

 

ENFERMERA

Es usted el insomnio entonces, como yo decía. Siéntese por favor, aún faltan unos minutos para las once.

 

ELENA

¿Puede indicarme dónde están los asientos? Soy ciega.

 

ENFERMERA

Ah, no puede ver los asientos… Pues… tiene que girarse hacia su izquierda, andar unos diez pasos y ya con el bastón podrá palparlos.

 

Se oye el sonido de los pasos de Elena avanzando y cómo el bastón choca con una silla. Se oye a un señor que se levanta y se acerca a ella.

 

PACIENTE

Permítame que la ayude, señorita. Por aquí, eso es, ya puede sentarse.

 

ELENA

Muchas gracias.

 

PACIENTE

De nada. He oído que tiene usted insomnio, yo duermo a pierna suelta.

 

ELENA

Qué suerte…

 

PACIENTE

No es suerte, es disciplina. Yo no permito a mi cuerpo ninguna rebelión. “Mens sana in corpore sano”. Yo me levanto a las seis de la mañana, me acuesto a las once de la noche, hago una hora de yoga, como tres veces al día (a las nueve, a las catorce y a las veintiuna horas) y defeco a las ocho en punto.

 

ELENA

Fascinante. Yo en cambio vivo sumida en el caos.

 

PACIENTE

Mala cosa. Déjeme darle un consejo.

 

ELENA

Adelante, escúpalo.

 

PACIENTE (Susurrando)

No se fíe del cura. Ya sabe, el loquero, el padre Ignacio... No es de fiar.

 

ELENA

¿Qué sabe usted de él?

 

PACIENTE

Lo sé todo y esta misma noche espero conseguir pruebas de su poder, por eso vengo a terapia. Él cree que necesito su ayuda, pero lo que vengo es a investigarlo. Sorprendida, ¿verdad?

 

ELENA

Me va a dar un pasmo. Pero ¿qué ocurrirá esta noche?

 

PACIENTE

Los miembros de la comisión van a reunirse en el obispado a las diez. Es difícil de creer pero el cura ése es capaz de…

 

ENFERMERA

A ver, el delirante, deje de molestar a la insomne, por favor.

 

ELENA

No me molesta.

 

PACIENTE

Ya la ha oído, hermana, únicamente estábamos conversando.

 

ENFERMERA

Sabe perfectamente lo que opina el doctor de estas conversaciones en la sala de espera.

 

PACIENTE

¿Por qué no podemos hablar entre nosotros? Ahora no estamos en misa.

 

Se oyen risas de otros pacientes. Unos ríen histéricamente, otros intentando que no se les oiga y otros abiertamente.

 

ENFERMERA

Su observación no me parece nada divertida. Sabe de sobra que el doctor lo encuentra contraproducente para sus terapias.

 

PACIENTE

A mí me parece peor este silencio sepulcral.

 

ENFERMERA

Deje de sugerir imágenes de muerte y desolación o tendré que aislarlo.

 

ELENA

¿Aislarlo? Por Dios, estará de broma.

 

ENFERMERA

¡Cállese! Usted tiene la culpa de este pequeño alboroto, tendré que informar al doctor de que es una insurrecta.

 

ELENA

Vaya, pues espero que no me flagele.

 

Vuelven a oírse las risas de los pacientes. Se oye abrirse una puerta. Las risas cesan de golpe.

 

IGNACIO (Su voz es profunda, dulce y también muy viril)

¿Qué ocurre enfermera?

 

ENFERMERA

Tenemos aquí una alborotadora, doctor, me temo que viene dispuesta a causar problemas. Se trata del insomnio.

 

ELENA 

Si vuelve a llamarme así le daré tal paliza con el bastón que el próximo insomnio será usted.

 

ENFERMERA

Una rebelde, como yo había dicho, doctor.

 

IGNACIO

Está bien, ya me ocupo yo. Elena, acompáñeme, por favor, aquí tiene mi brazo.

 

Suenan los pasos de Elena y de Ignacio dirigiéndose al despacho y la puerta cerrándose tras de ellos.

"EL BOLSO ROTO DE MAMÁ" (2000) (Guión de cortometraje) (Duración 12 minutos aproximadamente)

Sinopsis

            A veces nuestros seres queridos se aprovechan de nuestro cariño y sentido de la responsabilidad para llevar una vida más fácil y lograr satisfacer sus caprichos a nuestra costa. Sin embargo, el victimismo al final suele pasar factura a quien lo practica.

            Marta, chica muy tímida, necesita un adelanto para pagar las deudas de su dominante madre ludópata. La madre se presenta en la pequeña sucursal del banco en el que trabaja Marta y ambas se ven envueltas en un atraco del que su madre no saldrá muy bien parada.

 

Fragmento

SECUENCIA 1

 

1. BINGO. INT. / DIA.

 

ENCARGADO, tras un mostrador, canta los números por megafonía. En las mesas se sigue el juego con atención. LINA (67) juega varios cartones y toma café. En el reposabrazos del asiento descansa su bastón. Emocionada, apunta varios números seguidos en uno de los cartones.

 

LINA

¡Bingo!

 

El juego se detiene. LINA, muy contenta, se levanta y cojea hasta el mostrador. Entrega su cartón y ENCARGADO comprueba los números.

 

ENCARGADO

(Hablando por el micrófono.)

El bingo no es correcto.

 

LINA

¡¿Qué?!

 

ENCARGADO

Le falta el doce, señora.

 

El ENCARGADO continúa cantando números.

 

ENCARGADO

¡El siete!

 

LINA

El doce ha salido. Haga el favor de comprobarlo otra vez.

 

ENCARGADO

Señora, siéntese, está interrumpiendo el juego. ¡El trece!

 

VOZ DE SEÑORA

¡Bingo!

 

LINA ve acercarse a la afortunada señora con su cartón en alto. Antes de que ENCARGADO lo coja, LINA se lo arrebata de un tirón.

 

LINA

El bingo ya está cantado.

 

SEÑORA

Oiga, ¿qué se ha creído? ¡Deme el cartón!

 

LINA

¡No me da la gana!

 

SEÑORA lucha por quitárselo. LINA le da un empujón. Forcejean entre insultos y palabrotas.

 

ENCARGADO

(Por el micrófono.)

¡Seguridad!... ¡Seguridad!... ¡Paco, coño!

 

Llega un guarda jurado y separa a las señoras. LINA da un bastonazo a la señora, ésta se lanza contra ella y el guarda al tratar de detenerla, agarra el bolso de LINA con tanta fuerza que el cierre se rompe. El bolso se abre y caen al suelo las pertenencias de LINA.

 

Sobre la imagen congelada del BOLSO ROTO aparecen los TÍTULOS DE CRÉDITO.

 

2. CASA DE LINA. INT. / NOCHE.

 

LINA entra en casa, cierra la puerta y se dirige por un pasillo al salón-comedor. Allí, ve a su hija MARTA (34) viendo la tele. LINA, malhumorada, tira el bolso roto encima de la mesa. Al verla, MARTA apaga el televisor, se levanta del sofá y se acerca a su madre.

 

MARTA

¿Mamá, de dónde vienes?

 

LINA

Anda, no seas cínica.

 

LINA descuelga el teléfono, marca un número y espera.

 

LINA

(A Marta)

Ocho mil pesetas y mira la porquería de bolso lo pronto que se ha roto. Saca las cosas y mañana me lo llevas al zapatero.

 

MARTA saca las pertenencias de su madre del bolso y las pone  encima de la mesa.

 

LINA

Mari, del bingo vengo. (…) Nada, tu hermana, que me ha dejado sola toda la tarde y claro, me ha dado la ludopatía y me he tenido que ir al bingo. (…) Sí, sí, todo, todo: el del alquiler, el de la luz, el del agua… Todo. Y yo no sé lo que vamos a hacer, porque ahora la tonta de tu hermana empezará con lo de la vergüenza. Que hay que ser inútil para no ser capaz ni de pedir un adelanto, vaya. Ahora que, como yo me llamo Lina, que ésta mañana pide el adelanto. Vamos que si lo pide, aunque tenga que ir al banco y llevarla a bastonazos hasta el despacho del jefe.

 

LINA da un fuerte bastonazo en el suelo.

"ACTO DE CONTRICIÓN" (2007) (Guión de largometraje) (Duración 120 minutos aproximadamente)

Sinopsis

            A Catalina, joven monja directora del colegio María Auxiliadora, el voto de castidad se le hace muy cuesta arriba por la sencilla razón de que... gusta a los hombres. Arrepentida después de saltárselo con el padre de una alumna, pensó que podría mantenerlo en secreto y empezar de nuevo. Pero la llegada de Raúl, nuevo profesor de educación física, lo hizo imposible, al ser acusados ambos, ironías de la vida, de ser amantes. Catalina, tal vez, debió aceptar el castigo y tomarlo como una especie de justicia poética o... divina. Pero, olvidando que en realidad sí era culpable, quiso defender su inocencia contra viento y marea. El viento le trajo dos molestas rivales, una monja sargento, con prismáticos incluidos; y una niñata rebelde, con más salidas que el Bernabéu. La marea, por su parte, la arrastró a las mismísimas puertas del “Averno”, donde un par de diablesas la transformaron en reina de la noche para rifarla como a un jamón. Y por si fuera poco, mientras el profesor y ella capean el temporal, se enamoran.

           Y es que ocultar un pecado en un colegio de monjas, es como lanzar un boomerang y darse la vuelta.

Fragmento

ESCENA 2 DE LA SECUENCIA 4 DEL ACTO I

 

2. COMEDOR DEL COLEGIO. INT. /DÍA.

 

Las niñas, sentadas a un lado del comedor, charlan mucho y comen poco. Las monjas, al otro lado, comen en silencio o conversan a media voz. CATALINA, VICENTA, SUPERIORA, TERESA y dos monjas cincuentonas comen juntas. SUPERIORA (65) es una mujer rodeada siempre de cierto aire indiferente y aburrido.

 

MONJA 1

He estado toda la mañana metida en la biblioteca y hay un peste a humedad... ¿Cuándo van a arreglar eso, Vicenta?

                                                          

VICENTA

Ah, yo qué sé. Eso se lo vas a tener que preguntar a Adela que es la que manda ahora en el colegio. De paso pregúntale por la capilla que también está que se cae. Pero claro, aquí lo que importa es tener piscina.

 

CATALINA come mirando el plato de sopa. TERESA se acerca a la SUPERIORA.

 

TERESA

(Susurrando)

Diez euros a que ésta hoy le encuentra la boca a la directora.

 

SUPERIORA

Veinte a que me la encuentras tú a mí con tanta apuesta. Teresa, hija, que te pierde el vicio.

 

TERESA

Es para el cepillo de santa Apolonia. Me ha dicho el párroco que lo tiene “pelao”.

 

SUPERIORA

Ea..., pues que sean diez euros para el cepillo “pelao” de santa Apolonia...

 

VICENTA coge el bollo de pan y lo pellizca. Se come el trozo y mira a CATALINA.

 

VICENTA

(Remedando a Adela)

Las niñas quieren una piscina... Con un súper campeón dando clases... Y si no se va a tener en cuenta nuestra estúpida opinión, nos llevaremos nuestro estúpido dinero a otra estúpida parte...

 

VICENTA imita la risa de ADELA.

 

SUPERIORA

Vicenta, por lo que veo, ya está necesitando su tila, ¿no?

 

CATALINA

Con la piscina el colegio ofrece un nuevo servicio… El año que viene podríamos subir las tasas de matriculación.

                                   

 VICENTA

Muy inteligente, hermana, pero se necesita algo más que un coeficiente intelectual ofensivamente alto para dirigir un colegio. Se necesita carácter. Esa ridícula mujer se ha dado el gusto de pisotearnos con sus repugnantes amenazas, ¿y qué ha hecho usted? Ceder ante ella con el rabo entre las piernas. Pues sepa que yo, como subdirectora, no estoy dispuesta a dejar que la AMPA dirija el colegio.

 

CATALINA

Vicenta, el colegio tiene pérdidas, no podemos prescindir de las donaciones, sería el fin.

 

VICENTA

Los padres siempre han ayudado al colegio sin inmiscuirse en nuestros asuntos. Sólo hay que dejarles claro quién está al mando.

 

CATALINA

No ganamos nada enemistándonos con ellos, lo que tenemos que hacer es conseguir la subvención del ministerio. Eso nos daría la independencia económica que necesitamos.

 

VICENTA

Esa subvención ya se la denegaron el año pasado. No se puede dirigir un colegio basándose en subvenciones que nunca llegan y en que no se enfade la niñata ésa de Adela que si ya era insoportable cuando estudiaba aquí, ahora que estudia su hija es todavía peor. 

 

CATALINA

No sabía que Adela había sido alumna suya... ¿Qué hacía? ¿Se burlaba de usted a sus espaldas? ¿La ridiculizó en alguna caricatura? ¿O le puso uno de esos motes absurdos que tanto humillan?

 

VICENTA se pone lívida y la cucharada de sopa se le queda petrificada en el aire.

 

CATALINA

¿Cómo la llamaba?

                                               

MONJA 2

(Sonriendo)

Penca de acelga.

 

A VICENTA se le cae la cuchara en el plato. La sopa le salpica el pecho. Las monjas se ríen. VICENTA asesina a la MONJA 2 con la mirada y abandona el comedor. MONJA 2, apurada, se va tras ella. MONJA 1 mira a CATALINA con reproche y se va. Una monja con delantal retira la sopa.

 

SUPERIORA

(A Catalina)

Tenga cuidado con “Penca de acelga”. Hace años que desea ser directora, y las monjas más veteranas la apoyan.

 

Otra monja con delantal sirve el segundo plato. TERESA da unos golpecitos en el brazo de SUPERIORA y, malhumorada, le hace un gesto acreedor con la mano.

 

TERESA

Venga, dame esos diez euros, que nunca he visto una superiora tan gallinácea como tú.

 

SUPERIORA, extrañada, saca el monedero y paga a TERESA los diez euros.

 

TERESA

Las veteranas te importan un pimiento. Lo que pasa es que te da miedo el obispo, y como Vicenta es su protegida...

 

SUPERIORA

A mi no me da ningún miedo el obispo. Anda, come y calla, “Pepito grillo”.

         

TERESA

Ja, si tú fueras Pinocho..., tendrías por nariz una secuoya.

 

SUPERIORA

(Soltando el tenedor en la mesa)

Ea, ya está, ya me has quitado las ganas.

 

TERESA

Diez euros a que al final te lo comes.

                                                     

SUPERIORA

¡Teresa! Eres incorregible, hija mía.

 

SUPERIORA come. CATALINA, pensativa, juguetea con las migas de pan.

"ESPUMA DEL MAR" (2008) (Guión de cortometraje) (Duración 18 minutos aproximadamente)

Sinopsis

            Si alguien tiene que morir para que alguien viva, entonces, mejor tú que yo.

            José Pombo, farmacéutico jubilado, con una hija legítima y un hijo secreto, está convencido de que para que alguien nazca, primero alguien tiene que morir. Así, ante el deseo de su hija de ser madre, José, angustiado, lucha por salvar su vida procurando que muera su primo Domingo. Aunque, en realidad, lo que José necesita es prepararse para morir.

Fragmento

SECUENCIA 3

 

1. CALLE PORTAL CASA JOSÉ. EXT. / DIA.

 

Anochece. JOSÉ y DOMINGO caminan por la calle. Hay poca circulación.

 

DOMINGO

Oye, José, cuando te pasaste por la farmacia la última vez… ¿te llevaste algo? Es que me faltan unas pastillas.

 

JOSÉ

(Encogiéndose de hombros)

Yo qué me voy a llevar… Mira a ver si se te han caído por detrás del mueble. A mí siempre se me caía algo por allí.

 

DOMINGO

Detrás del mueble no hay nada. Y tu hija está muy preocupada, José.

 

JOSÉ

¿Mi hija qué tiene que ver con lo que estamos hablando?

 

DOMINGO

(Parándose delante de un portal)

¡Que no le des más anticonceptivos a la niña!

 

JOSÉ

¿Qué dices?...

 

DOMINGO

José…, que te conozco…

 

JOSÉ

(…) Bueno, sí, le he dado anticonceptivos. ¡Pero lo he hecho en defensa propia!

 

DOMINGO

Ya estamos con las tonterías…

 

JOSÉ

De tonterías nada: Cuando naciste tú, se murió mi madre; cuando murió mi padre, nació la niña; y cuando murió mi mujer, mi cuñada tuvo el niño, que malas puñaladas le den.

 

DOMINGO

Bueno, hombre, pero eso son casualidades.

 

JOSÉ

Pues yo no quiero ser otra casualidad, que eso de dejar de existir así de pronto a mí no me va.

 

DOMINGO

Pero, vamos a ver, ¿tú es que no crees en Dios?

 

JOSÉ, azorado, niega con la cabeza.

 

DOMINGO

Si es que eres tonto…

 

JOSÉ

Yo lo que creo es que uno se muere y se convierte en nada.

 

DOMINGO

Que va, hombre… Eso como mucho, te conviertes en espuma del mar.

 

JOSÉ

¿Espuma del mar?

 

DOMINGO

¡O en lo que tú quieras! ¡Pero no le des más anticonceptivos a la niña que me chivo!

 

DOMINGO entra en uno de los portales. JOSÉ se queda plantado en la calle y agita la cabeza con escepticismo. JOSÉ entra en el portal contiguo al de DOMINGO.

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